domingo, 25 de diciembre de 2011

Añadido a "SOBRE LA NAVIDAD" despues de oir al Papa

El cristianismo, desde el principio, ha sido un movimiento que se dedicó a apropiarse de mitos y a hacerlos dogmas o verdades absolutas. Nacimientos virginales anunciados por algún ser celeste y semidioses que mueren y resucitan se encuentran en repetidos mitos de cualquier edad y latitud.
Sin embargo, cuando el cristianismo se adueña de uno de ellos, lo absolutiza como único verdadero, y condena a todos los demás como cuentecillos falsos o creaciones del demonio. Por ello solo hay una única y verdadera virgen madre: María, y un único hombre-dios que muere y resucita, y nos salva: Cristo.
En estos días los cristianos recordamos el nacimiento virginal de Jesús, fruto de una no menos virginal concepción: hechos a todas luces superfluos en una historia seria de la salvación a no ser que a dios le agrade tirarse faroles.
Pero la fecha escogida no fue al azar. Nadie sabe cuando nació Jesús de Nazaret, y lo más probable es que no fuera en lo más crudo del invierno. Pero como en el solsticio de invierno se celebraba el “dies natalis solis invicti” o dicho en román paladino, “el día natal del sol invicto”, al cristianismo le vino de perlas cristianizar la fiesta pagana con la natividad del verdadero sol que alumbra a un mundo hasta entonces en tinieblas: Jesucristo.
Lo curioso es que se sustituye un mito verdad por una fe mítica. La fiesta pagana celebraba que un sol en declive y mortecino renacía, y día en día se vigorizaba de modo que resultaba invicto. Hoy, todavía, en pleno siglo XXI, se mantiene la verdad fundamental. Si bien es verdad que nuestra estrella es de magnitud pequeña ; se encuentra sola en una orilla de la Vía Láctea; pudiera algún día desaparecer en una colisión de galaxias; y con seguridad desaparecerá dentro de cinco mil y pico millones de años al agotar el combustible, hasta la presente continúa invicta después de otros tantos millones de años. Este verdad básica fue sustituida por el mito de una concepción y un nacimiento virginales: mitos donde los haya y difíciles de aceptar por una mentalidad mínimamente racional.
Pero la solución irracional la da el Papa en la misa del gallo al decir: "Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón 'ilustrada'. Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir su proximidad. Hemos de seguir el camino de San Francisco, que es la extrema sencillez exterior e interior que hace al corazón capaz de ver". Este señor tiene el descaro de llamarnos a la irracionalidad para aceptar sus “verdades” irracionales, y desde la riqueza y el boato de sus vistiduras y de la basílica de S. Pedro, a renunciar a la obsesión de "por lo que es material, mensurable y tangible". Ahí queda eso.

jueves, 22 de diciembre de 2011

SOBRE LA NAVIDAD

El cristianismo, desde el principio, ha sido un movimiento que se dedicó a apropiarse de mitos y a hacerlos dogmas o verdades absolutas. Nacimientos virginales anunciados por algún ser celeste y semidioses que mueren y resucitan se encuentran en repetidos mitos de cualquier edad y latitud.
Sin embargo, cuando el cristianismo se adueña de uno de ellos, lo absolutiza como único verdadero, y condena a todos los demás como cuentecillos falsos o creaciones del demonio. Por ello solo hay una única y verdadera virgen madre: María, y un único hombre-dios que muere y resucita, y nos salva: Cristo.
En estos días los cristianos recordamos el nacimiento virginal de Jesús, fruto de una no menos virginal concepción: hechos a todas luces superfluos en una historia seria de la salvación.
Pero la fecha escogida no fue al azar. Nadie sabe cuando nació Jesús de Nazaret, y lo más probable es que no fuera en lo más crudo del invierno. Pero como en el solsticio de invierno se celebraba el “dies natalis solis invicti” o dicho en román paladino, “el día natal del sol invicto”, al cristianismo le vino de perlas cristianizar la fiesta pagana con la natividad del verdadero sol que alumbra a un mundo hasta entonces en tinieblas: Jesucristo.
Lo curioso es que se sustituye un mito verdad por una fe mítica. La fiesta pagana celebraba que un sol en declive y mortecino renacía, y día en día se vigorizaba de modo que resultaba invicto. Hoy, en siglo XXI, se mantiene la verdad fundamental. Si bien es verdad que nuestra estrella es de magnitud pequeña ; se encuentra sola en una orilla de la Vía Láctea; pudiera algún día desaparecer en una colisión de galaxias; y con seguridad desaparecerá dentro de cinco mil y pico millones de años al agotar el combustible, hasta la presente continúa invicta después de otros tantos millones de años. Este verdad básica fue sustituida por el mito de una concepción y un nacimiento virginales: mitos donde los haya y difíciles de aceptar por una mentalidad mínimamente racional.