martes, 18 de mayo de 2010

Sobre el Islam

Un organismo norteamericano, el Center For The Study of Political Islam (CSPI) ha llevado a cabo el estudio sistemático de los textos sagrados islámicos y de la historia de esa civilización, con el objetivo de extraer enseñanzas más sólidas que la simple confrontación de expertos.
El CSPI ha aplicado asimismo métodos estadísticos muy simples a los textos islámicos
fundamentales, para saber, por ejemplo, qué es la yihad (¿guerra, o un esfuerzo moral?). Al recopilar todos los hadices de Al Bujari que se refieren a ella, se puede afirmar que:
"En Bujari, el 97% de las referencias a la yihad están dedicadas a la guerra y el 3%
hablan de lucha interior. La respuesta estadística es, por consiguiente, que la yihad es guerra en un 97% y esfuerzo moral en un 3%. ¿La yihad es una guerra? Sí, en un 97%. ¿La yihad es un esfuerzo moral? Sí, en un 3%".
El portavoz del CSPI avanza una teoría interesante según la cuál, en el islam, como la base de toda virtud y toda rectitud es el Corán y como éste es contradictorio, se han habituado a someter los razonamientos a una lógica dualista: una cosa no es nunca justa o falsa, es siempre las dos cosas, en función de las circunstancias, las cuales dependen a su vez, en toda la medida de lo posible, de los textos sagrados. Y esto determina en primer lugar la moral del islam. Así:
"En el Corán, hay 46 referencias al infierno. Sólo el 6% de ellas están relacionadas con faltas morales (asesinato, robo, etc.). El 94% de las razones para ir al infierno se basan en el delito de opinión que consiste en afirmar un desacuerdo con Mahoma (que es un crimen político). De modo que el infierno islámico es una prisión política para aquellos que critican el islam". Y la política, es decir esa política, es la que ocupa la mayor parte de los textos islámicos que se dicen religiosos:
"Al menos el 75% de la Sira (biografía histórica de Mahoma) está dedicada a la yihad.
Un 67% del Corán creado en La Meca está dedicado a los infieles o a la política. En la parte del Corán revelada en Medina, el 51% está dedicado a los infieles. Alrededor del 20% de todos los hadices de Bujari hablan de la yihad y de política. La religión ocupa la parte más pequeña de los textos fundacionales islámicos".
Por supuesto, cada uno individualmente es libre para concentrarse en el aspecto religioso. Pero no los dirigentes, ni los juristas, ni los políticos, ni las personas verdaderamente activas en la sociedad -ellos deben naturalmente dominar y considerar el conjunto de las escrituras para gobernar, legislar, decidir y orientarse-. Así, están absolutamente obligados, en su conjunto, a caer en la trampa de los textos sagrados. Y por eso, si hacemos el esfuerzo de reconstruir el recorrido sangriento del islam a lo largo del tiempo y los acontecimientos que la
humanidad debe al haberse tomado en serio esos textos, llegamos a un total de unos 270 millones de víctimas.
Y esto sin contar con el esclavismo, sea la explotación económica de la esclavitud,
ampliamente alentada por el islam, que, siempre por el conjunto de sus textos, niega con claridad todo derecho social o humano a las personas sin religión, y únicamente concede igualdad de derechos fundamentales a los musulmanes. Para el islam, en la comprensión que de él tienen quienes han estudiado el conjunto de la materia, no existe ser humano plenamente tal fuera del islam. En esto no se plantean la menor duda.
Por consiguiente, si permitimos a los musulmanes practicar su religión en Occidente (o en cualquier sitio, da igual), sus líderes, en su conjunto, que se basan evidentemente en una comprensión global del fenómeno islam, harán todo lo posible, para, en concreto y en nombre de la sacrosanta religión, destruir la civilización, sembrar la cizaña, asesinar a los oponentes políticos e imponer el reino del islam de los textos, primero mediante la mentira (pues no es malo mentir al infiel; todo lo contrario, pues así podría unirse al islam, lo que es un bien para
él...), y luego mediante la violencia más negra. Por lo tanto: "Debemos estudiar la doctrina del islam político para sobrevivir. La doctrina es muy clara: todas las formas de fuerza y de persuasión pueden y deben ser utilizadas para conquistarnos. El islam es el enemigo autodeclarado de todos los infieles. Como decía
el famoso filósofo chino de la guerra Sun Tzu: conoce a tu enemigo. Nosotros
debemos conocer la doctrina de nuestro enemigo, o seremos aniquilados".
Y como estamos en democracia, el desafío consiste no en difundir estos conocimientos entre los dirigentes y los letrados, sino también entre la población. Por ejemplo, dando a conocer este escrito.

viernes, 7 de mayo de 2010

Rememorando la formación recibida en los años 50

POLÍTICA Y VIDA EN EL SEMINARIO DE GRACIA DE GRANADA EN LOS AÑOS 50 DEL SIGLO PASADO

Al intentar escribir sobre este tema he consultado con varios compañeros del Seminario Menor y, en principio, todos hemos coincidido en afirmar que la formación política fue, en aquel tiempo, algo ausente. Sin embargo, a lo largo de la conversación han ido apareciendo muchos detalles que, en conjunto, nos han obligado a cambiar el primer diagnóstico y que lleguemos a aceptar la existencia de un adoctrinamiento político, si bien sutil e indirecto.
¿De donde, si no, pudo salir mi idea de que Franco podía ser perfectamente católico y dictador a la vez? En efecto, cuando siendo ya subdiácono pasé un verano en Alemania, los obreros alemanes de la fábrica donde trabajé me preguntaban que como Franco era católico y dictador. Ante semejante pregunta, si mi capacidad crítica en lo político hubiera sido mínima, la respuesta se hubiera orientado a demostrar que el Caudillo no era un auténtico católico, Sin embargo, sólo recurrí a compararlo con Hitler y rebajar su dictadura en relación con las del Eje. Gracias a la desinformación en todo un Seminario Menor y gran parte del Mayor, la brutal dictadura de Franco a mi me parecía una “dictablanda”.
En nuestra época de seminaristas menores no existió la asignatura de Formación Política que todos los estudiantes de otros centros tuvieron que aguantar. Nosotros, en compensación, recibíamos de modo sutil, indirecto e implícito una formación política que nos llevó a aceptar la situación sin ningún tipo de crítica. Gracias a ella, las palabras “rojo”, “comunista”, “demonio” y “judío”, para muchos de nosotros, eran sinónimas., y la imaginación infantil representaba el contenido de las mismas en un ser de orejas puntiagudas, con cuernos, rabo, tridente y alas de murciélago. Ante esto, sólo cabía rezar para que el comunismo no siguiera avanzando y confiábamos firmemente en que Dios no lo permitiría. En esta línea, “república” era sinónimo de desorden, de modo que ante la confusión y el caos se recurría a la frase: “esto parece una república”.
Todos los curas matados por los “rojos” eran mártires que merecían veneración como los que perdieron la vida en la rebelión de los moriscos. De hecho, en este tiempo se acrecentó la galería de truculencias encogedoras de seminarísticos corazones infantiles al añadírsele a la colección de mártires de la rebelión de los moriscos unos cuantos cuadros de mártires de la “Cruzada”. Por cierto, que uno de estos cuadros tuvo que ser devuelto al pintor para que retocara a la tentadora del mártir que le había salido, aunque en miniatura, con un generoso escote a través del cual se adivinaban unos senos demasiado opulentos. De esta modo se borró lo que pudo ser un alivio, si bien algo pecaminoso, entre tanta escena desagradable. Por cierto, que en aquel tiempo nadie nos dijo que el católico Franco había encarcelado a los no menos católicos curas vascos opuestos a sus ideas. El que escribe tuvo que esperar a oírlo de labios de un médico “rojo” (léase republicano) siendo cura de Mecina Bombarón.
Exponente de nuestra incultura política, a la vez que de la aceptación acrítica de la situación, pueden ser las dos anécdotas siguientes, ocurridas a un compañero de mi mismo curso, hoy catedrático de universidad. Por aquel tiempo, otro compañero de ambos, aficionado a las preguntas indiscretas e inesperadas, le espetó: ¿Tú eres republicano o monárquico? A lo que el interrogado contestó con una doble pregunta: ¿Qué e ser republicano y que es ser monárquico? La formulación de esta cuestión quizá no sólo indique la crasa ignorancia política del preguntante, sino también la inutilidad práctica de la misma, ya que nosotros teníamos un régimen distinto de ambos en el que nos gobernaba “Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios”. A pesar de todo, cuando la fue aclarado el significado de ambos términos contestó impertérrita e ingenuamente: “entonces soy republicano”.
La segunda anécdota le ocurrió en Francia, donde convivió con estudiantes de aquel país y, al saber que era de Granada, le hablaron de su paisano, el gran poeta granadino Federico García Lorca. Nuestro protagonista sólo pudo participar en la conversación con una pregunta que desconcertó a sus interlocutores galos: ¿Y ese quien es? Nótese que esto ocurrió a pesar de que nuestro amigo había estudiado Historia de la Literatura Española con D. Antonio Espigares que en paz descanse.
Por aquellos años, este bendito profesor pasaba como sobre ascuas o no mencionaba siquiera a los literatos que de algún modo pudieran ser contrarios en ideas o en actitud vital al régimen establecido. Para él la Generación del 98 casi entera era calificada con el apelativo de gentes de “ideas dieciochescas y liberaloides” y Pío Baroja, en particular, era el Impío Baroja, mientras que literatos tan relevantes como Lorca, Alberti o Miguel Hernández no merecían , ni siquiera, ser citados. La simple lectura de la obra de Valera, Pepita Jiménez, fue la causa de la expulsión fulminante de varios compañeros cuando cursaban el quinto curso de Latín y Humanidades. ¡Medicina santa y vacuna infalible contra autores rojos o liberales! Gracias a todo esto pasamos nuestros años mozos sin leer a autores tan nefastos y, pasado el momento aquel, siguen siendo, para muchos de nosotros, desconocidos.
Por el contrario, José Mª Pemán era el gran poeta y dramaturgo cuyo “Divino Impaciente” se representaba y cuyas poesías eran leídas en clase en ciertas efemérides. No sé si por desconocimiento o delicadeza, el caso es que nunca nos leyeron una de sus obras más brutalmente política y partidaria: El Poema del Ángel y la Bestia.
La verdad es que todo lo dicho se desprende como una fruta madura del árbol nutricio que formaban los profesores y superiores del seminario. La procedencia de nuestros formadores y la de nosotros mismos, eran familias de derechas y adictas al régimen, de ahí que no sólo no se formulara la más mínima crítica, sino que, incluso, se rindieran encendidas alabanzas. Entre nuestros formadores, alguno se pasó de la zona “roja” a la “nacional”, donde ejerció de capellán castrense y otro había sido sargento en la guerra civil, de modo que cuando intentó darnos gimnasia a los que voluntariamente queríamos asistir a las 6 de la mañana en el campo de fútbol, le salían voces de mando militares incluido el “cuerpo a tierra” que había que ejecutar como si nos llovieran las balas enemigas. En cumplimiento de tan perentoria orden hubo quien dio con sus huesos en un helado charco o en un montón de espinos. No olvidemos que algún profesor, incluso, militó en la División Azul y que otro era hijo de guardia civil. En este somero repaso a nuestros formadores quizá valga la pena recordar los ensayos de canciones (entre ellas, “Somos hombres del mañana” y “Montañas nevadas”) que el entrañable P. Molina (D. Antonio) nos hacía aprender mientras permanecíamos formados, no si de vez en cuando alinearnos y marcar el paso sin movernos del lugar.
El Caudillo era presentado por la generalidad de los formadores como el salvador a quien se profesa gran admiración y como hombre profundamente religioso que decidía los grandes temas de Estado después de permanecer en oración.
La guerra civil había sido una cruzada contra los enemigos de la religión católica, de modo que algún superior reaccionó airadamente cunado A. Montero Moreno en su Historia de la Persecución Religiosa en España no se decidió a calificarla de cruzada.
En medio de este ambiente de ausencia crítica a un régimen dictatorial y de alabanzas a la cabeza del mismo, sólo alguien recuerda que disintieran tímidamente un par de superiores que en sus viajes al extranjero tuvieron ocasión de contrastar ideas con curas franceses y alemanes y ver los regímenes democráticos de estas naciones donde había, incluso, partidos que se apellidaban cristianos.
Si todo lo anterior no era suficiente para canonizar a un régimen y a su dictador, había que añadir los obispos en las Cortes, a Franco recibido bajo palio en las iglesias y celebraciones, y a los curas castigados con suspensiones o traslados cuando se enfrentaban al alcalde “digital” o al cacique de turno.
Un exponente de la catolicidad del régimen y de su bondad lo encontramos en cierta oración que se añadía a la colecta de la casi totalidad de misas. Estoy hablando de la famosa oración “Et famulos”. En ella, después de nombrar al Papa y al Obispo, se nombraba a Franco y se pedía para él como para ellos que fuese guardado de toda adversidad. Sin embargo, mientras que del Papa y del Obispo sólo se mencionaba el nombre y el cargo, de Franco se decía: “ducem nostrum Franciscum com populo sibi commisso et exercitu suo ab omni adversitate custodi”. Se pide, pues, por el pueblo y por el ejército. Un pueblo que le ha sido encomendado a Franco, el Caudillo, quizá como se encomienda un niño menor de edad a un mayor que debe guiarlo para bien del niño, pero sin contar con él, ya que este no sabe discernir lo que le conviene. Si la exégesis anterior es correcta, estaríamos ante la versión sagrada de la tan traída y llevada distinción de los corifeos del régimen entre demófilo y demócrata. Aquel es el que ama al pueblo y por ello, considerándolo como menor, no le encomienda su destino. El demócrata, por el contrario, pone el gobierno en manos del pueblo, con lo que éste, sin saber gobernarse, se precipita en la ruina.
Pero ¿quién es el agente de la encomienda? Quizá la respuesta a esta pregunta esté en la leyenda que rodea en algunas monedas el rostro de Franco: “Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios”.
Un ejército que es del Caudillo, no de la nación, no de España; o quizá sí, pero porque es de Franco que representa a la nación o es el dueño de la misma.
“Ducem nostrum”: Nuestro Caudillo. ¿Qué sentido tiene en labios del celebrante y en un acto de culto público el adjetivo posesivo “nuestro”? Al menos tiene el sentido de que es el caudillo y guía de los católicos, o de que estos lo aceptan y proclaman como tal.
A la vista de esta breve y obvia explicación de la colecta “Et famulos”, acaso se pueda llegar a la conclusión de que en el Seminario Menor no se daba formación política porque ésta hubiera resultado superflua ya que se vivía en una tranquila posesión de la ideología del Nacionalcatolicismo, sin el menor viso de duda o crítica, de modo que sus valores se respiraban y afirmaban diariamente en el lugar y momento más sagrado: la santa misa.
Frente a esta situación, los extranjeros son dignos de compasión, de desprecio e, incluso quizá, de odio. Unos por habernos invadido en la Guerra de la Independencia, otros por habernos pirateado a lo largo de la historia y los más por ser paganos, judíos o protestantes. La asignatura de Historia de España ya se encargaba de dejarlo claro junto con las excelencias del Jefe del Estado como vencedor de la Cruzada y salvador de la Patria.
Por cierto que la colecta comentada tiene una frase sin desperdicio en cuanto a intolerancia religiosa desde la confortable posesión de la verdad en el Nacionalcatolicismo. Es la siguiente: “Et gentes paganorum el haereticorum dexterae tuae potentia conterantur”. O sea: que los paganos y herejes sean triturados por el poder de tu diestra. Más adelante la brutalidad de esta frase se cambiaría por otra más suave, pero no menos soberbia: “Que todos los equivocados vengan a la unidad de la Iglesia y que todos los infieles sean conducidos a la luz del Evangelio”. Este cambio creo que fue simultáneo con aquel otro en el que desapareció de las oraciones solemnes del Viernes Santo la palabra “pérfidos”aplicada a los judíos.
Para terminar podríamos formular las siguientes conclusiones:
1.- No se nos inculcaron ideas políticas de modo descarado como se hacía en otros centros de formación.
2.- Se nos inculcó de modo sutil la aceptación del sistema imperante y la de su máximo artífice y representante, Franco.
3.- El gran enemigo de la Iglesia era el comunismo.
4.- La desinformación sobre los valores negativos del régimen fue tal que nos impidió durante bastante tiempo cualquier actitud minimamente crítica.
(Este texto es la aportación de Ángel Aguado Fajardo al libro “Nacionalcatolicismo y formación clerical en Granada” Homenaje a D. Ramón Rodríguez Rescalvo)

Soliloquio del Hidalgo y su Escudero

Soliloquio del Hidalgo y su Escudero

Autor: Bar_ Elfara

Una vez que estuvieron bien acomodados y dispuestos a contemplar la hazaña jamás vista en todos los siglos y que se representa entre bambalinas, con muchas galanuras y algarabías, comenzó el teátrico a la hora convenida.

De esta gran aventura, Sancho amigo, dísele el Hidalgo, tendrás que tomar buena cuenta pues de lo que aquí se dijere y acordare seremos testigos de cargo cuando a juzgar conviniere, si lo pactado se cumpliese, o no.

A la hora prevenida aparecen los actores, padres conscriptos de la patria o, más bien diríase, de esta casa de lenocinio, pues este país se nos muestra irreconocible debido a la empanada territorial, donde tantas autonomías hay, como autonomías sobran.

Ponga atención señor don Quijote que del encuentro hay que decir aquello que siempre se tuvo a bien decir “a buenas horas mangas verdes”. ¡Pardiez!, Sancho amigo, que como tú dices y dices bien en decirlo, “en boca cerrada no entran moscas” así que… calla y sigue la historia que aquí se contara, con honrado interés.

A la puerta del palacio se encontraba el anfitrión ZP que, compuesto y con buenas palabras, ofreció a su huésped se adelantase hacia el aposento.

En esta encrucijada en que se encuentran, dísele el Hidalgo a su fiel escudero, do no se gana, se pierde y de perdidos todos al río.

Con floreadas palabras, esmerada parsimonia y afable sonrisa Zapa dice: tened paciencia que pronto viere-des cual sean mis aventuras, para salir con bien de esta desventura en que nos hallamos metidos.

El invitado, un tanto mohín por el “nos”, agradeció la tan tardía invitación, con leve inclinación de testa, ya levemente nívea y encaracolada.

Y…allá al Palacio moncovita se adentraron, uno y otro, para echarse, según cuentan las malas lenguas, un solitario, como ya era costumbre inveterada en los últimos años.

Escuchad atento, amigo Sancho y veréis lo que allí dijéronse entre ambos, sin poner demasiada atención el uno en el otro y el otro en el uno. Cierto, mi amo y señor, “quien te cubre, te descubre” y “quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda”.

Bueno eres y mal intencionado, mi fiel escudero, pero mucho me temo que ni todo el poder de cielo y tierra, si estuviese en manos de Merlín, sería suficiente para llevar a buen puerto este extraño encantamiento que ZP pretende, pues… al parecer y es muy cierto, que entre ambos anda “este juego” de sátiros de desparrame, pero con los naipes de Carlomagno marcados.

El bueno de Sancho, con algo de acojono, replica: mi señor don Quijote todo el mundo sabe “que en la tardanza va el peligro” y que “el dar y el tener, seso ha menester” y en este encantamiento que presenciamos hay tardanza mucha y poco seso.

En pecado te concibió tu madre, amigo Sancho, quieres que nos hundamos todos y así todos iremos al infierno… si esto no se enmendare y corrigiere, como es menester.

Y, en el adentro de aquel palacio de mármoles y alharacas, de tal guisa conversaron que sólo convergieron en hacer gracia a Grecia, por aquello de que si… las barbas del vecino vieres afeitar, pon las tuyas a remojar.

Y en lo de la Cajas, te advierto amigo Sancho, que al haber para repartir, llegará el consenso, pues como a ti se te antoja decir “tiran más tetas que carretas” y las de mamá la pública es, a fuer de veraz, ubérrima, o tal parece. En este asunto no hay mucho que hablar, sino mucho que trincar y ninguno hará remilgos a la hora de repartir la pasta de estas canonjías que se pretenden fusionar y que más bien serán confusiones para que la feligresía de cada caja, ni se entere ni se espante.

Bien parece, mi señor, pues “el que se hace de miel, las moscas se lo comen”, y tal es el panal de las Cajas.

Bien dicho, amigo Sancho, ya veo no se te ocurre nada mejor que esta coyunda entre la izquierda y la derecha. Y…si esto así ocurriese ya puedes irte al campo y buscar refugio, si lo hubiere, contra esta pedrisca que se nos viene encima y que no dejará “títere con cabeza”.

¿Y de lo demás que tanto apremia a quienes sólo tienen mano sobre mano?, dice Sancho. Nada de nada, replica el Hidalgo, pues si como dice Zapa hay un repunte que apunta, a buen entendedor pocas palabras le bastan, todo lo tiene resuelto…pues para enderezar este entuerto, se sobra y basta el señor.