jueves, 30 de diciembre de 2010

PUNTUALIZACIÓN AL OBISPO

Los obispos dicen que hay más maltrato fuera de la familia clásica
AGENCIAS - Madrid – El País, 28/12/2010
Los obispos relacionan el aumento de los malos tratos a mujeres (y las 71 asesinadas por sus parejas o ex parejas en España este año) con el declive de la familia tradicional. El presidente de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, hizo esta reflexión en la presentación de la Misa de Familia del próximo 2 de enero en Madrid. La violencia doméstica se da sobre todo en procesos de separación y divorcio, en procesos de litigio, "de manera que los matrimonios canónicamente constituidos tienen menos casos de violencia doméstica que aquellos que son parejas de hecho o personas que viven inestablemente", dijo el obispo Reig Plá.
Para Reig es "preocupante" que cada vez se rompan más uniones conyugales, sobre todo en los primeros cinco años de convivencia, y cómo afecta a los niños la nueva situación familiar. Insistió en que un niño tiene derecho a tener un padre y una madre porque "lo necesita para tener el hábitat de la ecología humana y lo necesita para crecer como persona que sea capaz de afrontar con seguridad los retos de la vida".
ACOTACIONES DE ANGEL AGUADO:
1.-El obispo debería citar la fuente o encuesta que avala su afirmación. Parece que afirma a ojo de buen cubero.
2.- Es lógico, por otro lado, que en los “matrimonios canónicamente constituidos” haya menos violencia de género, pero no porque estén constituidos así, sino porque son menos y cada vez y cada vez disminuiran más.
3.- Parece que el obispo no tiene datos sobre los matrimonios civiles ya que enfrenta “sus matrimonios” a los “procesos de separacion y divorcio, en procesos de litigio”
4.- Por último los “procesos de separacion y divorcio, en procesos de litigio”¿no se dan en los “matrimonios canónicamente constituidos? Supongo que sí.
Sr. Obispo: un poco más de seriedad y de lógica.

viernes, 26 de noviembre de 2010

El condón, el Papa y los obispos españoles

Se ha levantado bastante revuelo porque parece que el Papa ha abierto la mano para el uso del condón en ciertos casos. Según las versiones parece referirse a ir con prostitutas o prostitutos.
De entrada tengo que afirmar que este señor se mete en unos jardines que no son los suyos, y en cuestiones sobre las que debe carecer de toda práctica. Por ello no me explico que medios de solvencia y, en principio nada religiosos, den tanta importancia a su afirmación.
De todos modos no ha abierto la mano, y los obispos españoles llevan razón cuando dicen según un periódico lo siguiente: “El Papa no ha defendido "ni de lejos" el uso del preservativo. A pesar de que esta semana Benedicto XVI admitió en un libro el uso del condón "en ciertos casos", los obispos españoles siguen inamovibles en su posición y afirman que la utilización del preservativo siempre sucede "en un contexto de inmoralidad”.
En efecto, según la moral católica más rancia el condón de puede usar en ciertos casos acogiéndose ya al principio del doble efecto, ya a la elección del mal menor. Por ello quien va de putas o de putos han podido usarlo sin que en ello se diera una inmoralidad añadida al hecho prostituir y prostituirse.
Por el principio de la elección del mal menor se opta por la no concepción (mal menor), frente al mal mayor de contagiar una grave enfermedad o contagiarse de la misma.
Por el principio del doble efecto se puede poner una causa de la que se siguen dos efectos: uno bueno y otro malo, siempre que aquel no se desee y no venga a través de este. Esta es la situación del que usa condón en la prostitución. Ponérselo es una causa de la que se sigue impedir la concepción (efecto malo según la iglesia), y no contagiar o contagiarse (efecto bueno que no se consigue a través del malo).
En conclusión, el Papa se mantiene dentro de la moral de siempre, y no ha dado el más mínimo paso de apertura para que tanto indocumentado eche las campanas al vuelo.
Quizá solo corrija la metedura de pata que cometió en su vuelo a Angola y Camerún cuando dijo que el VIH era "una tragedia que no puede resolverse sólo con dinero, que no puede resolverse con la distribución de condones, que incluso agrava los problemas".
Parece que la volar, creyéndose más cerca del Espíritu Santo dice barbaridades como la que soltó sobre el laicismo llegando a España.
Como no hay mal que por bien no venga, ante tanta equivocación a lo mejor se da cuenta de que ha perdido reflejos con la edad y se decide a dimitir, posibilidad que ha admitido últimamente.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

ANTE LA VISITA A ESPAÑA DE BENEDICTO XVI

Dentro de pocos días, Benedicto XVI se presentará en varias ciudades de nuestro país y será recibido con todos los honores por las más altas instancias políticas e institucionales de un estado democrático como es el español.
Pensemos por un instante que cualquier dictador de los que son o han sido, Pinochet, por ejemplo, se hubiera atrevido a intentar pisar nuestro suelo para visitar a sus camaradas fascistas españoles. Con toda seguridad que las protestas habrían llovido y que nuestra autoridades no sólo no lo hubieran recibido sino que se habrían opuesto a semejante visita y, por descontado, no hubieran financiado ese evento.
Sin llegar a los excesos represivos del citado dictador, Benedicto XVI no deja de serlo y con la impunidad que otorga estar apoyado en la Ley Fundamental (Constitución) del Vaticano que sustituye a la de 1929 y entró en vigor en febrero de 2001, siendo el cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En ella se establece que "el Sumo Pontífice, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, posee la plenitud de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial", y que tiene "en exclusiva la facultad de conceder amnistías, indultos y perdones". Una persona que posee estas características merece con toda propiedad el apelativo de dictador. Si además pensamos en la situación de la mujer en la iglesia como un ciudadano de segunda a quien se le niega el acceso a la jerarquía y lo no firma de la Declaración de los Derechos Humanos por el Vaticano, concluiremos que el Papa debe ser declarado con toda propiedad como dictador.
Además de dictador, el papa puede ser calificado como anticristo o el anticristo. Esto no es una ocurrencia mía. En La Enciclopedia Católica se puede leer: “Una tercera opinión admitió que el Anticristo realmente aparecerá en una forma concreta, pero identificaron ésta forma concreta con el sistema de el Pontificado, Lutero, Calvino, Zwingli, Melanchton,…” Y más adelante: La teoría Anticristo-Pontifical fue gradualmente desarrollada por tres cuerpos históricos: los Albigenses, Los Waldenses y el Fraticelli, entre los siglos XI y XVI”. Han sido, pues, pensadores cristianos quienes han adornado al papa y al papado con semejante epíteto.
No hace falta ser teólogo ni historiador para calificar al Papa de anticristo. Cualquier persona que sepa leer y lea el evangelio, y a la vez tenga los ojos abiertos ante los medios que reflejan la vida y el quehacer del Papa, llegará a esa conclusión. Jesús nace, vive y muere pobre; el Papa vive y muere rico. Aquel va siempre rodeado de sencillos; este, normalmente, de poderosos. A Jesús lo apretuja el pueblo; al Papa lo rodean de policías para que el pueblo no se la acerque. Los discípulos de Jesús son gente sencilla para el pueblo sencillo (si exceptuamos a Pablo que echa a perder el invento y que no lo había conocido); los del Papa son sesudos teólogos cuyos lenguajes resultan arcanos para la gente. Jesús prohíbe la preeminencia, los perifollos y el ser llamado padre; el Papa gusta de vestiduras llamativas, de gorros exóticos , de puestos primeros y de ser llamado, no sólo padre, sino Santo Padre. Jesús “no tiene donde reclinar su cabeza; el Papa vive en palacios y jardines suntuosos.
La lista podría ser interminable, y su continuación la dejo a la imaginación del inteligente lector. La conclusión es clara: La figura de el Papa es la antítesis de la de Cristo, por ello con toda propiedad debe ser llamado anticristo. Además, tiene la osadía de llamarse su vicario o representante.
La jerarquía eclesiástica y el Papa han evolucionado hasta los antípodas del galileo que murió en la cruz abandonado de todos e incluso del Padre. La iglesia perseguida por el Imperio Romano se convirtió en perseguidora. Durante siglos fue martillo de herejes que morían en los más atroces tormentos como el de ser quemado vivo. Frecuentemente estas herejías consistían en criticar las riquezas de la jerarquía y en el deseo de vivir la más radical pobreza a ejemplo del Maestro. No sabemos si hoy se atrevería a usar estos métodos, pero si es cierto que los teólogos más lúcidos y actuales son condenados al silencio y se les prohíbe enseñar e incluso publicar sus escritos. Recordemos, como botón de muestra, a Leonardo Boff que cansado de ser represaliado terminó por abandonar.
En mi afán de llamar al pan, pan y al vino, vino, resumo lo dicho en que quien nos visita puede ser calificado, con toda propiedad, como dicatador y anticristo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

BIBLIOGRAFÍA SUCINTA PARA SONREIR

BIBLIOGRAFÍA SUCINTA PARA SONREIR
Ángel Aguado Fajardo
En al Biblioteca del Hospital Real, y en las localizaciones que se anteponen y que indican la sala, el estante y el número, puede el cándido lector encontrar abundante materia con la que rellenar los huecos de su formación cristiana.
En A-3-448, puede encontrar nada menos que 1.106 páginas sobre magia, demonios, posesiones y exorcismos.
En A-12-78 se tropezará con sólo 550 (pero en este caso, folios) sobre lo mismo.
En A-5-231 se encuentra un ritual antiguo que se usaba en los años 50 del pasado siglo, en donde, a doble tinta (ceremonias en rojo y texto en negro), aparecen algunos exorcismos y preces y bendiciones para distintas necesidades. Por ejemplo, como se bendice a una parida (mujer).
En A-12-184 aparecen 296 páginas más índices sobre como se "criará" una perfecta monja.
En A-12-179 se describe con todo detalle, y en unas sucintas 500 páginas más índices, el combate del paciente Job con el demonio.
En A-12-175 y a través de sólo 900 páginas más índices, se diserta de modo escueto sobre el juicio y el infierno. ¡Para que algunos se empecinen en negarlo!
En A-12-137, y ahora de modo más escueto, se dedican 383 páginas más índices para tratar de los ángeles. El curioso lector podrá comprobar si se ataca el tema estrella del sexo de los ángeles.
En A-12-35 más in extenso se trata de los mismos espíritus puros y santos. Son 898 folios más índices.
En A-11-302 se repite el mismo tema pero ahora reduciéndose a los ángeles custodios.
En A-12-132 se dedican una 392 páginas más índices al adorno de las mujeres. Creo que se describen y recomiendan o condenan según lo merezcan, siempre a juicio del entendido clérigo.
En A-11-156 se documentará, hasta la saciedad, cualquier curioso sobre las propiedades y virtudes del agua bendita a través de más de 500 páginas.¡Algo tendrá el agua cuando la bendicen!
En A-8-181 y para el que aspire a nota, se pueden ampliar estudios fuera de programa con 250 páginas más 42 de índices sobre la "sollicitatio in confessione". Siempre este tema, por lo escabroso del mismo, se trató en latín incluso en los manuales de moral confeccionados en romance. Para conocimiento del lector menos versado, diré que esos latinajos se refieren a cuando el confesor se aprovechaba del sagrado tribunal para llevarse a alguien al catre.
N.B. Verán que la mayoría de los libros recomendados se ubican en el estante nº12, y es que sólo en el momento que manejaba esos libros se me ocurrió confeccionar esta bibliografía. Si el propósito hubiera sido anterior, la lista sería interminable. ¡Tan sesudos y prolíficos han sido lo teólogos de la Santa Madre Iglesia!

RELIQUIAS CURIOSAS

RELIQUIAS CURIOSAS
• Barbas y cabellos vivos de un crucifijo de madera.
• Brazos: 17 de S. Andrés.
• Cabezas: 7 se S. Felipe.
• Carne asada de S. Lorenzo.
• Cuernos de Moisés en una botella.
• Dedo: la punta de un dedo del Espíritu Santo y sobre 60 de S. Juan Bautista de ellos 11 índices.
• Dientes: más de 500 de Santa Apolonia en Francia.
• Leche: de varias santas incluida la Virgen. También las cabezas de S. Pantaleón y de S Pablo manaron esta líquido al ser cortadas y por lo tanto se conserva leche de los mismos.
• Muslos y sexo de Santa Gudula.
• Pene: dos de S. Bartolomé uno en Treves y otro en Ausburgo.
• Plumas: Una de el Arcángel S. Gabriel que quedó en la habitación de la Virgen cuando la Anunciación, y otras de S. Miguel.
• Prepucios : 7 del Niño Jesús.
• Soplo: uno de Cristo en un bote.
• Sudor: el producido en la lucha del arcángel S. Miguel con el demonio.
• Tetas: las de Santa Águeda.
• Uña: una de Nabucodonosor y otra de un querubín.
• Ventana: por la que entró S. Gabriel para la anunciación.
N.B. Datos tomados del "Dictionaire critique des reliques et des images miraculeuses". Autor: J.A.S. Collin de Plancy. Editado por Guien et Compagnie, Libraires. París, 1821. Se encuentra en la Biblioteca Central de la Universidad de Granada. Son 3 volúmenes.

jueves, 16 de septiembre de 2010

DIOS ES SUPERFLUO PERO NO GRATUITO

A la vista de recientes artículos sobre el último libro de Hawking, The Grand Design (El Magnífico Diseño), y de una frase que le atribuyen: "Dado que existe una ley como la de la gravedad, razona, el Universo pudo crearse -y de hecho lo hizo- de la nada", me he animado a poner por escrito algo sobre lo que llevo reflexionando mucho tiempo.

He puesto este título en clara alusión al usado por José Maria González Ruiz en uno de sus libros que rezaba: Dios es gratuito pero no superfluo, y que leí en mis años mozos con gran provecho.

En efecto, cumplidos los 69, me parece pertinente el cambio ya que estimo que Dios es algo superfluo para explicar la existencia de lo que se dio en llamar lo contingente por contraposición a El que sería necesario. Además resulta no gratuito ya que a demasiados (desde el Papa al último chamán) les colma el bolsillo de dinero y el ego de vanidad creyéndose representantes suyos.

Intentaré explicar la superfluidad de dios (que no es igual a su inexistencia ya que existen cantidad de seres a todas luces superfluos) a partir de los conceptos de contingente y necesario. Contingente es todo lo que existe y pudo no existir y que por lo tanto en algún momento fue puesto en la existencia por alguien cuya esencia y existencia se identifican y que, en consecuencia, no puede no existir. A este alguien se la llama dios y se le adorna de atributos múltiples y multiformes y entre otro el de creador de lo contingente. Aunque nadie lo ha visto ni comprobado su existencia, es la consecuencia lógica de la petición de principio que supone aceptar la existencia de lo contingente que implica su correlato de lo necesario. Así se llega a un dualismo, la existencia de dos tipos de sustancias: lo contingente y lo necesario.

¿Qué necesidad tenemos de aceptar la existencia del Ser Necesario con el dualismo subsiguiente si podemos poner sus cualidades y entre ellas la de eternidad en el ser a secas, desembocando así en un monismo simplificador?

Tanto Hawking como los creacionistas parecen admitir la existencia de la nada cayendo en flagrante contradicción ya que la nada al ser nada no puede existir. Que no vengan ni uno ni otros con la aporía de la creación de la nada. Parece como si al principio existiera un Dios necesario y por ello eterno, que llamaría a le existencia a unos seres de segunda categoría de existencia frágil amenazados con volver a la nada. Así, algo no existente se constituye en origen y fin de lo contingente.

Todas estas aporías desaparecen admitiendo la necesidad y la eternidad del ser: partículas elementales que se combinan, llegando a la realidad actual.

Dios, en consecuencia, resultaría superfluo, con lo que le libramos de la carga de ser el creador de un mundo cuajado de imperfecciones, y de un mal que, en su infinita sabiduría y bondad, tiene una imposible explicación.

Todo lo dicho no impide que alguien admita y sea más feliz creyendo en un Padre bueno y poderoso que le asegura la supervivencia aunque debe reconocer que algo distraído a la vista de este mundo impresentable. Ojala acierten los que así creen pero la verdad es que él tampoco da señales demasiado claras de su existencia, como le decía Bertrand Russell en el chiste, al encontrarse con Dios que le recrimina su ateismo.

DIOS ES SUPERFLUO PERO NO GRATUITO

A la vista de recientes artículos sobre el último libro de Hawking, The Grand Design (El Magnífico Diseño), y de una frase que le atribuyen: "Dado que existe una ley como la de la gravedad, razona, el Universo pudo crearse -y de hecho lo hizo- de la nada", me he animado a poner por escrito algo sobre lo que llevo reflexionando mucho tiempo.

He puesto este título en clara alusión al usado por José Maria González Ruiz en uno de sus libros que rezaba: Dios es gratuito pero no superfluo, y que leí en mis años mozos con gran provecho.

En efecto, cumplidos los 69, me parece pertinente el cambio ya que estimo que Dios es algo superfluo para explicar la existencia de lo que se dio en llamar lo contingente por contraposición a El que sería necesario. Además resulta no gratuito ya que a demasiados (desde el Papa al último chamán) les colma el bolsillo de dinero y el ego de vanidad creyéndose representantes suyos.

Intentaré explicar la superfluidad de dios (que no es igual a su inexistencia ya que existen cantidad de seres a todas luces superfluos) a partir de los conceptos de contingente y necesario. Contingente es todo lo que existe y pudo no existir y que por lo tanto en algún momento fue puesto en la existencia por alguien cuya esencia y existencia se identifican y que, en consecuencia, no puede no existir. A este alguien se la llama dios y se le adorna de atributos múltiples y multiformes y entre otro el de creador de lo contingente. Aunque nadie lo ha visto ni comprobado su existencia, es la consecuencia lógica de la petición de principio que supone aceptar la existencia de lo contingente que implica su correlato de lo necesario. Así se llega a un dualismo, la existencia de dos tipos de sustancias: lo contingente y lo necesario.

¿Qué necesidad tenemos de aceptar la existencia del Ser Necesario con el dualismo subsiguiente si podemos poner sus cualidades y entre ellas la de eternidad en el ser a secas, desembocando así en un monismo simplificador?

Tanto Hawking como los creacionistas parecen admitir la existencia de la nada cayendo en flagrante contradicción ya que la nada al ser nada no puede existir. Que no vengan ni uno ni otros con la aporía de la creación de la nada. Parece como si al principio existiera un Dios necesario y por ello eterno, que llamaría a le existencia a unos seres de segunda categoría de existencia frágil amenazados con volver a la nada. Así, algo no existente se constituye en origen y fin de lo contingente.

Todas estas aporías desaparecen admitiendo la necesidad y la eternidad del ser: partículas elementales que se combinan, llegando a la realidad actual.

Dios, en consecuencia, resultaría superfluo, con lo que le libramos de la carga de ser el creador de un mundo cuajado de imperfecciones, y de un mal que, en su infinita sabiduría y bondad, tiene una imposible explicación.

Todo lo dicho no impide que alguien admita y sea más feliz creyendo en un Padre bueno y poderoso que le asegura la supervivencia aunque debe reconocer que algo distraído a la vista de este mundo impresentable. Ojala acierten los que así creen pero la verdad es que él tampoco da señales demasiado claras de su existencia, como le decía Bertrand Russell en el chiste, al encontrarse con Dios que le recrimina su ateismo.

martes, 20 de julio de 2010

TENTACIÓN PAPAL

El Sumo Sacerdote, Pontifex Maximus entre los romanos, Sumo Pontífice, Santo Padre o simplemente Papa entre los católicos había visitado (eso siempre quedaba muy bien) un centro de disminuídos psíquicos profundos: miradas perdidas, bocas babeantes, miembros contorsionados, dependencia absoluta, muecas de sonrisas y de desprecio.
Se retiró fuertemente impresionado pensando si el cuadro percibido cuadraba con el Dios pensado. Entró en su oratorio privado, se arrodilló, cubrió los ojos con las manos y recordó que si era el representante de Dios quizá debiera atreverse a pedirle cuentas. Se armó de valor y formuló la pregunta: Dios, ¿por qué?
Dios, como siempre, guardó silencio, lo que su representante interpretó, no sin razón, como una invitación a usar el propio entendimiento ante el enigma planteado: en otros tiempos, no había modo de encargar los hijos sino a ciegas y sin luz, pero ahora…era posible detectar los fallos en la generación y provocar un aborto a tiempo. ¡Esto es un crimen! Pero ¿no es un crimen, y quizá mayor, que nazca alguien cuyo destino consiste en sufrir y hacer sufrir? Esta reflexión no encajaba ni en la formación recibida ni en su actual modo de pensar. ¿Cómo se me habrá ocurrido semejante idea? Se preguntaba perplejo. Quizá sea la contestación del Jefe a mi pregunta. Un sudor frío le bañó todo el cuerpo ante semejante posibilidad de consecuencias imprevisibles. Se santiguó apresuradamente para ahuyentar la probable tentación y siguió pensando que los hijos debían seguir encargándose a oscuras y que el resultado era la voluntad de Dios.

viernes, 25 de junio de 2010

Las mujeres según Pablo y algunos Padres de la Iglesia

La epístola 1ª Corintios la escribió Pablo hacia el año 53, antes del primer Evangelio. Dice:
“El hombre es cabeza de la mujer”
“Una mujer que ora con la cabeza descubierta, abochorna a su cabeza porque eso y estar rapada son uno y lo mismo. O sea, que para estar destocada, que se pele; y si es vergonzoso para una mujer dejarse pelar o rapar, que se cubra.
Es decir, el hombre no debe cubrirse, siendo como es, imagen y reflejo de Dios; la mujer, en cambio, es reflejo del hombre. Porque no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre; ni tampoco fue creado el hombre para la mujer, sino la mujer para el hombre. Por eso la mujer debe llevar en la cabeza una señal de sujeción.
Juzgarlo vosotros mismos: ¿está decente que una mujer ore a Dios destocada?” (11, 3-13)
“Las mujeres guarden silencio en la asamblea, no les está permitido hablar; en vez de eso, que se muestren sumisas. Si quieren alguna explicación, que pregunten a sus maridos en casa, porque está feo que hablen mujeres en las asambleas” (14, 34-35)

En la Epístola 1ª a Timoteo, atribuida a Pablo, dice:
“Quiero que las oraciones las digan los hombres. Por lo que toca a las mujeres, que vayan convenientemente arreglas, compuestas con decencia y modestia; adornada con buenas obras.
La mujer que escuche la enseñanza, quieta y con docilidad. A la mujer no le consiento enseñar ni imponerse a los hombres; le corresponde estar quieta, porque Dios formó primero a Adán y luego a Eva. Además a Adán no lo engañaron, fue la mujer la que se dejó engañar y cometió el pecado” (2, 8-14)

Pablo no menciona ni una sola vez a María, la madre de Jesús. Tampoco menciona a María Magdalena, primera y más importante testigo de la resurrección.

Agustín: "La mujer es un ser inferior y no está hecha a imagen y semejanza de Dios. Corresponde, pues, a la justicia así como al orden natural de la humanidad que las mujeres sirvan a los hombres... el orden justo sólo se da cuando el hombre manda y la mujer obedece".
Jerónimo: "Si la mujer no se somete al hombre, que es su cabeza, se hace culpable del mismo pecado que un hombre que no se somete a Cristo". “Nada más impuro que una mujer con el periodo. Todo lo que toca lo convierte en impuro”
Juan Crisóstomo: "Las mujeres están hechas esencialmente para satisfacer la lujuria de los hombres".
Ambrosio: "La mujer sólo es fuerte en el vicio y daña la valiosa alma del varón". “Adán es igual al alma. Eva es igual al cuerpo".
Tomás de Aquino: "La mujer es un defecto de la naturaleza, una especie de hombrecillo defectuoso y mutilado. Si nacen mujeres se debe a un defecto del esperma o a los vientos húmedos (sic). Sólo es necesaria para la reproducción."

En el Sínodo de Macón (Año 585) se debatió si " en el momento de la resurrección de la carne las mujeres deberían convertirse en hombres para poder ir al paraíso". Y un obispo declaró que " las mujeres no son seres humanos".

Hasta hace menos de un siglo, en el coro de canto del Vaticano, para que no entraran las mujeres castrar a los niños para disponer de voces infantiles.

Antonio Marín Sánchez Junio 2010

lunes, 14 de junio de 2010

MASOQUISTAS SEGUIDORES DE UN DIOS SÁDICO

En estos días se ha hablado mucho de Manuel Lozano Garrido, Lolo, con motivo de su beatificación en Linares de donde era oriundo.
Beatificar o canonizar a una persona implica que se nos propone por la Iglesia como ejemplo a seguir.
Por lo visto, este señor, según lo que he podido rastrear sobre él, “a los 22 años una parálisis progresiva le sentó en un sillón de ruedas,” solo fue físicamente un remedo de hombre, pues permaneció más de 25 años inmóvil, anclado en un sillón de ruedas, ciego durante los últimos nueve de su vida, y sometido a constantes y lacerantes dolores” A pesar de lo anterior, y parece que a causa de ello, “este joven de Acción Católica, que mantuvo la perenne alegría en su permanente sonrisa, “varón de dolores” y sin embargo sembrador de alegría en los cientos de jóvenes y adultos que se acercaban a él en busca de consejo, tenía un secreto: “Hacía vivir la alegría en el dolor”.
La primera impresión es que nos encontramos ante un caso claro de masoquismo que la Iglesia nos propone de modelo. Que Lolo me perdone, pero lo que quizá fuera una solución a su situación no debe de ningún modo ser propuesto como modelo. Allá cada uno con su conciencia en la que puede caber el masoquismo como solución a una situación límite (otros elegirían el suicidio), pero es una aberración que sea propuesto como ejemplo a seguir.
El quid de la cuestión está en lo que viene después: “la convicción de que el sufrimiento era el vehículo ideado por Dios para él, para su realización y salvación”. No sólo estamos ante un masoquista sino que esta actitud se corresponde con la concepción de un dios sádico que idea el sufrimiento como vehículo para la realización y salvación.
¡Que pena que la Iglesia reúna miles ovejas para proponerles este ejemplo!: Un masoquista enamorado de un dios sádico.

viernes, 11 de junio de 2010

FALSAS DECRETALES

Tomado de: De iglesias comunitarias a Iglesia Católica, ritualista y del poder
(Conferencia al MOCEOP, en Churriana, 29 mayo 2010)
José Rodríguez Molina



El heredero de Carlomagno, Luís el Piadoso, sin personalidad, y dotado de gran devoción religiosa, la Iglesia tuvo las manos libres para organizarse e imponer su organización y propia cultura al País. El clero se dividió en facciones y privaron al emperador Luís de sus derechos a favor de sus hijos, para lo que se inventaron Falsas Decretales.
Se llaman Falsas Decretales o Pseudos-Isidoro a una colección de decretos apócrifos, falsamente atribuidas a un tal Isidorus Mercator, durante mucho tiempo confundido con Isidoro de Sevilla. Redactados en los años 30 y 40 del siglo IX, las Falsas Decretales constituyen una de las más importantes fuentes del derecho canónico medieval.
El anónimo compilador se esconde bajo el nombre de un obispo ficticio “Isidorus Mercator”, tradicionalmente llamado “pseudo Isidoro”. Reúne lo mejor de colecciones precedentes (Hispana y también Dionysio-Hadriana y Quesneliana), pero también una centena de decretales totalmente inventadas. La colección es parte de un grupo compuesto hacia mediados del siglo IX en la provincia eclesiástica de Reims.
Consideradas como auténticas hasta el siglo XVII, la colección obtuvo una gran difusión desde el pontificado de Nicolás I (858-867). No fue sustituida hasta el siglo XII por el Decreto de Graciano.
La colección es parte de un conjunto de falsificaciones, todas salidas del mismo taller. Forman un conjunto de unas sesenta decretales, todas falsas, de los papas de los tres primeros siglos de la era cristiana, además de concilios griegos, africanos, galos y visigóticos, y una recopilación de decretales de los papas, entre Silvestre I y Gregorio II. En esta última parte se encuentran piezas perfectamente falsificadas e interpoladas, así como más de treinta cartas papales falsas.
El contexto en el que surgieron estuvo enmarcado en los años treinta del siglo IX: en 833 el emperador Luís el Piadoso fue privado de sus derechos imperiales por sus propios hijos, apoyados por parte del episcopado. En el ámbito de este episcopado y para salvar a los obispos implicados de su cese, cárcel o destierro, se hicieron muchas de las decretales. Éstas buscaban la defensa de la ortodoxia, la estrecha relación de los obispos con el papa, la inviolabilidad de los bienes eclesiásticos y algunos aspectos de la liturgia y de los sacramentos.
Se propagaron rápidamente por Francia, Italia y el Valle del Rin. Durante la Reforma Gregoriana del siglo XI tomaron auge y especial vigencia en la lucha contra la Simonía y continuaron desarrollándose hasta el Decreto de Graciano (hacia el 1140). El Decreto reemplazó a todas las colecciones anteriores; pero con el Gran Cisma de Occidente, en los siglos XIV y XV, las Falsas Decretales retomaron el interés de los canonistas.
Durante la Edad Media los especialistas tomaron las Falsas Decretales como textos perfectamente auténticos. Únicamente, en el siglo IX, el arzobispo Hincmar de Reims parece saber más de lo que juzgaba político admitir. La aceptación de las decretales cambió en el siglo XV. Determinados grupos buscaron argumentos en contra de la autenticidad de las falsas decretales. Pero fue entre los siglos XVII y XIX cuando la crítica les dio la puntilla.

martes, 8 de junio de 2010

FALSA DONACION DE CONSTANTINO AL PAPA SILVESTRE

FALSA DONACION DE CONSTANTINO AL PAPA SILVESTRE

Tomado de: De iglesias comunitarias a Iglesia Católica, ritualista y del poder
(Conferencia al MOCEOP, en Churriana, 29 mayo 2010)
José Rodríguez Molina


Acostumbrados en la Iglesia a las Falsas Decretales, justificó tanto la concesión de corona a Pepino, como el nacimiento de los Estados Pontificios, con la elaboración en la Curia Pontificia de la Falsa Donación de Constantino:

“Concedemos a nuestro Santo Padre Silvestre, como Pontífice y papa universal de Roma y a todos los pontífices sucesores suyos que hasta el fin del mundo reinarán en la sede de San Pedro, nuestro palacio imperial de Letrán (el primero de todos los palacios del mundo). Después la diadema, esto es nuestra corona, y al mismo tiempo el gorro frigio, es decir la tiara, y el manto que suelen usar los emperadores, y además, el manto purpúreo y la túnica escarlata y todo el vestido imperial y, además, también la dignidad de caballeros imperiales, otorgándoles también los cetros imperiales y todas las insignias y estandartes y diversos ornamentos y todas las prerrogativas de la excelencia imperial y la gloria de nuestro poder.
Queremos que todos los reverendísimos sacerdotes que sirvan a la santísima Iglesia Romana en los distintos grados, tengan la distinción, potestad y preeminencia de que gloriosamente se adorna nuestro ilustre senado, es decir, que se conviertan en patricios y cónsules y sean revestidos de todas las demás dignidades imperiales. Decretamos que el clero de la Santa Iglesia Romana tenga los mismos atributos de honor que el ejército imperial. Y como el poder imperial se rodea de oficiales, chambelanes, servidores y guardias de todas clases, queremos que también la Santa Iglesia Romana se adorne del mismo modo.
Y para que el honor del Pontífice brille con toda magnificencia, decretamos también que el clero de la Santa Iglesia Romana adorne sus caballos con arreos y gualdrapas de blanquísimo lino. Y del mismo modo que nuestros senadores llevan el calzado adornado con lino muy blanco (de pelo de cabra blanco), ordenamos que de este mismo modo lo lleven también los sacerdotes, a fin de que las cosas terrenas se adornen con las celestiales para gloria de Dios (…).
Hemos decidido igualmente que nuestro venerable padre el Sumo Pontífice Silvestre y sus sucesores lleven la diadema, es decir, la corona de oro purísimo y piedras preciosas que, a semejanza con la que llevamos en nuestra cabeza le habíamos concedido, diademas que deben de llevar en la cabeza para honor de Dios y de la sede de San Pedro. Pero ya que el propio beatísimo papa no quiere llevar una corona de oro sobre la corona del sacerdocio, que lleva para gloria de San Pedro, con nuestras manos hemos colocado sobre su santa cabeza una tiara brillante de blanco fulgor, símbolo de la resurrección del Señor, y por reverencia a San Pedro sostenemos la brida del caballo, cumpliendo así por él, el oficio de mozo de espuelas: estableciendo que todos sus sucesores lleven en procesión la tiara, como los emperadores, para imitar la dignidad de nuestro imperio.
Y para que la dignidad pontifica no sea inferior, sino que sea tomada con una dignidad y gloria mayores que las del imperio terrenal, concedemos al susodicho pontífice Silvestre, papa universal, y dejamos y establecemos en su poder por decreto imperial, como posesiones de derecho de la Santa Iglesia Romana, no sólo nuestro palacio, como se ha dicho, sino también la ciudad de Roma y todas las provincias, distritos y ciudades de Italia y de Occidente.
Por ello hemos considerado oportuno transferir nuestro imperio y el poder del reino a Oriente y fundar en la provincia de Bizancio, lugar óptimo, una ciudad con nuestro nombre y establecer allí nuestro gobierno, porque no es justo que el emperador terreno reine donde el emperador celeste ha establecido el principado del sacerdocio y la cabeza de la religión cristiana.
Ordenamos que todas estas decisiones que hemos sancionado mediante decreto imperial y otros decretos divinos, permanezcan inviolables e íntegras hasta el fin del mundo. Por tanto, ante la presencia del Dios Vivo, que nos ordenó gobernar y ante su tremendo tribunal, decretamos solemnemente, mediante esta constitución imperial, que ninguno de nuestros sucesores, patricios, magistrados, senadores, súbditos, que ahora o en el fututo estén sujetos al imperio, se atreva a infringir o alterar esto, en cualquier manera. Si alguno, cosa que no creemos, despreciara o violara esto, sea reo de condenación eterna y Pedro y Pablo, príncipes de los apóstoles, le sean adversos ahora y en la vida futura, y con el diablo y todos los impíos sea precipitado para que se queme en lo profundo del Infierno.
Ponemos este decreto con nuestra firma, sobre el venerable cuerpo de San Pedro, príncipe de los apóstoles, prometiendo al apóstol de Dios respetar estas decisiones y dejar ordenado a nuestros sucesores que las respeten. Con el consentimiento de nuestro Dios y Salvador Jesucristo entregamos este decreto a nuestro padre el Sumo Pontífice Silvestre y a sus sucesores para que lo posean para siempre y felizmente”. (FALCÓN, Antología de textos y documentos de Edad Media, Valencia, 1976, págs. 49-50).

lunes, 7 de junio de 2010

Los políticos y la pasta gansa

No soy de condición "plañidero", pero la cosa no está para reír a moco tendido, ni mucho menos para llorar con lágrimas de cocodrilo venturoso, tanto las penas propias como, y más aún, las ajenas.

Estar informados se me antoja que, a veces, es algo así como perder la guerra antes de empezarla. Por supuesto, depende en qué cosas. En referencia al coste de los políticos, las cifras que circulan por ahí sobre los arrimos de la casta son de alucine, facilitando a los “legítimos” ponerse el mundo por montera: sueldos de padre y muy señor mío; dietas de escándalo; desplazamientos de gorra, pero en primera; compadreos de suma y sigue; blindajes a prueba de rebajas para llegar, con buen pie, a la vejez que sueñan… “calavera”. Perdón por la socarronería.

Este pelaje ha conseguido hacer de la gestión pública una Torre de Babel en la que para entenderse el único lenguaje común es el de la pasta gansa- el pasteleo-. En román paladín: aquí, en estos aledaños del semicírculo, en las taifas autonómicas y en los demás feudos provincianos, o ganas pasta o estas incapacitado para ser inquilino de la TB (torre de babel, ahora alguna de ellas hasta con traducción simultánea) y que, por serlo, sólo ellos y familiares políticos o de la sangre… escarchada que les rula por las venas, pueden transitar por sus estratégicos lugares: cocinas de la pasta, comederos de pasta, tarta de pasta, amigos del alma con pasta…todo un diccionario exclusivo para “la pasta gansa”.

Poderoso es don dinero. Tanto… que las serpientes buscan compañía. Y se aparean. En esta coyunda viperina el “toma y daca” es el juego preferido de estos alarifes de fortunas que tienen padrinos detrás de cada ladrillo o parcela recalificada por interés social, claro. Hombres y mujeres de verbo fácil y faltriquera sin fondo.

Sin embargo, a la fauna que, con el sudor de su frente, proporciona la pitanza a esta legión de aforados, les podrá faltar hasta el resuello y, cuando llegue el momento, si llega, posiblemente más bien tarde que temprano, entonces, cobrarán calderilla como menestra jubilosa. Al tiempo.

Han aprendido bien la lección en ese magisterio de la parla duermevela: a quienes tienen pasta no le faltaran cirineos. Así, el noble ejercicio de la política se ha convertido en el camino real para medrar. Las cuentas de estos Cuentacuentos, y me da igual que sean del capullo rojo como de la gaviota azul, están bien saneadas y… para Rato. Lo escrito, escrito está, pero quise decir “rato”, con minúscula. Particularmente… me podría dar una higa. Pero no, porque todos, me incluyo, somos pacientes de esa pandemia para la que, ¡lástima!, aún no existe vacuna, sino tratamiento sintomático: monodosis con la regularidad cuatrienal marcada por el calendario electoral.

Resulta curioso, cuanto menos, que en los corrillos de tertulianos, tan repetidos ahora, como en otros tiempos lo fueron las pelis de indios, se escucha machaconamente que el oficio de político no está bien pagado. ¿Acaso en un reino, como España, todos los padres conscriptos y alcaides han de vivir como reyes…?. El rollete que nos cuentan para justificar sus talentosas aseveraciones se circunscribe a decir que han dejado el ciento y la madre en empresas boyantes y/o despachos de profesiones liberales deslumbrantes…eso, a estas alturas, ya no cuela y, en todo caso, sería una discreta excepción. El único mérito atribuible a los tales es su vocación aduladora y el sometimiento a las consignas partidistas, mérito “sine qua non” para encaramarse a las listas, no del INEM, sino del partido y, a partir de ahí… camastrones y al arrimo.

Y es que en nuestra España, en trance de desgarro permanente, el pueblo siempre está dispuesto a votar al más botarate y, si se tercia, a jalearlo. Y…las minorías parlamentarias se bastan así mismas para sacar pecho a las primeras de cambio. Cada vez resultan más coyunturales y prescindibles. Una pena.

Los “paganinis” para mantener este tinglado “tan castizo” son siempre los mismos. Y a lo único que estos podrán aspirar es a manejar, a tutiplén, eso sí, la pasta… pero de los dientes, que permite disponer de una sonrisa dentrífica o, tal vez, iniciar, sí o sí, una campaña que acabe con esos trileros de la pasta gansa... votando en blanco, para dar, si es posible, en el blanco contra la TB hasta que a se venga abajo y, como daño colateral necesario, si se admite la ficción, con todos los comensales dentro.


Granada 04 de junio de 2010


Bar_Elfara

martes, 1 de junio de 2010

El ocaso de los líderes

Un largo ciclo de sequía democrática condujo a “la cima del Horeb” desde el que se oteaba “un paraíso” desconocido y frondoso, henchido de los frutos más suculentos y largamente esperados. Todos los habitantes de Hispania celebraron la oportunidad que ofrecía el momento: se limaron asperezas, se recortaron diferencias, se seleccionaron semillas, esquejes…claves con futuro.

Las ideas más valiosas se compilaron, como cimiento y abono, de la nueva sociedad que acogería sin fisuras ni resentimientos los valores que se habían cultivado por las mejores “familias” políticas. En ese apresurado “ordenamiento” de ideas y propósitos quedaría como un germen prometedor aquello otros que exigía tiempo y, tal vez, un clima especial para su desarrollo armónico.

Este clímax social de la transición se alcanzó sin aquellos enfrentamientos que, tantas veces, habían echado por tierra una convivencia en paz de las dos españas. Los augures se habían aliado, por una vez, en un mismo propósito: enterrar las armas de la discordia y apostar por una España en paz, confiando en su capacidad de trabajo y de dialogo.

Ha transcurrido algo más de una generación. Por fin. Para ser exactos treinta y dos años desde aquel mil novecientos setenta y ocho. Hoy, apenas nos reconocemos. Hoy en muchos rincones se escucha la urgencia de revisar algunos de “aquellos gérmenes” que han contraído, o así se percibe, una acromegalia tal que amenaza con engullirse al árbol hispano que los justifica y sustenta.

El periodo de bonanza y prosperidad obnubilo a todos, parecía la tierra de jauja. Los faraones de las finanzas engordaron y sus templos se multiplicaron. Los políticos se crecieron hasta el endiosamiento. El líder se convirtió, desde entonces, en ídolo de la nueva secta y ejerció de dadivoso. En los últimos tiempos su prodigalidad arrastró a cuatro millones de súbditos al escarnio de estar mano sobre mano.

La munificencia se transformó en trampa para el divo. En su olimpo creía que el cotarro se podía manejar sin ton ni son. Perdió la credibilidad antes de conducir a sus leales al “paraíso” prometido, quienes confiaban, a pie juntillas, en sus “promesas”, reiteradas una y otra vez. Ahora se encuentran mohínos y desconfiados.

Este nuevo panorama se nos presenta en un invierno económico desangelado y con unos cultivadores de la cosa pública que inspiran escasa confianza y carecen de habilidad para encontrar, entre todos, un diagnostico certero y unas medidas eficaces para remontar esta estación invernal severa, por otro lado, tan pródiga en desencuentros, cuya duración puede ir más allá de tres estaciones… sin descanso.

Los ominosos augurios y los estridentes chirridos han despertado todas las alarmas de dentro y de fuera. En este tsunami social se levantan inquietantes olas de inquietud hasta en el piélago remansado de la Constitución cuyos cancerberos parecen dormir en vigilia permanente, si se acepta la contradicción, por la modorra que implica ese letargo interminable.

A los curritos de a pie nos da la impresión de que estamos asistiendo a una Gran Batalla Ideológica en la que, probablemente, los adalides de cada bando queden noqueados por su falta de coraje, su visión miope del futuro y la apetencia mal disimulada de liderar este País.

Estamos en presencia del ocaso de los líderes al uso. El antagonismo irreductible les incapacita para encontrar formulas que alejen de Hispania el caos, que siempre está pronto para reclamar su antiguo dominio. En estas circunstancias de batalla política se alza la voz de los sin voz, verdaderos protagonistas que requieren su presencia para que se les escuche en las urnas y, allí y ahora, apostar con libertad por el mejor.

Y… más aún., y hoy se hace apremiante hasta el punto de que muchos lo piensan y no pocos lo denuncian, estamos ante la necesidad de un recambio en los líderes políticos, que debieran aparecer sin la aureola de semidioses.

Pero…mucho me temo y hasta me atrevo a jurar por la tan denostada democracia, que a los partidos políticos, prisioneros de su estructura orgánica, les va a faltar redaños para propiciar aquel recambio y… al resto, es decir, la mayoría silenciada será, una vez más, burlada.

¡Cómo preferiría equivocarme!


Granada 31 de mayo de 2010

Ben_Elfara

martes, 18 de mayo de 2010

Sobre el Islam

Un organismo norteamericano, el Center For The Study of Political Islam (CSPI) ha llevado a cabo el estudio sistemático de los textos sagrados islámicos y de la historia de esa civilización, con el objetivo de extraer enseñanzas más sólidas que la simple confrontación de expertos.
El CSPI ha aplicado asimismo métodos estadísticos muy simples a los textos islámicos
fundamentales, para saber, por ejemplo, qué es la yihad (¿guerra, o un esfuerzo moral?). Al recopilar todos los hadices de Al Bujari que se refieren a ella, se puede afirmar que:
"En Bujari, el 97% de las referencias a la yihad están dedicadas a la guerra y el 3%
hablan de lucha interior. La respuesta estadística es, por consiguiente, que la yihad es guerra en un 97% y esfuerzo moral en un 3%. ¿La yihad es una guerra? Sí, en un 97%. ¿La yihad es un esfuerzo moral? Sí, en un 3%".
El portavoz del CSPI avanza una teoría interesante según la cuál, en el islam, como la base de toda virtud y toda rectitud es el Corán y como éste es contradictorio, se han habituado a someter los razonamientos a una lógica dualista: una cosa no es nunca justa o falsa, es siempre las dos cosas, en función de las circunstancias, las cuales dependen a su vez, en toda la medida de lo posible, de los textos sagrados. Y esto determina en primer lugar la moral del islam. Así:
"En el Corán, hay 46 referencias al infierno. Sólo el 6% de ellas están relacionadas con faltas morales (asesinato, robo, etc.). El 94% de las razones para ir al infierno se basan en el delito de opinión que consiste en afirmar un desacuerdo con Mahoma (que es un crimen político). De modo que el infierno islámico es una prisión política para aquellos que critican el islam". Y la política, es decir esa política, es la que ocupa la mayor parte de los textos islámicos que se dicen religiosos:
"Al menos el 75% de la Sira (biografía histórica de Mahoma) está dedicada a la yihad.
Un 67% del Corán creado en La Meca está dedicado a los infieles o a la política. En la parte del Corán revelada en Medina, el 51% está dedicado a los infieles. Alrededor del 20% de todos los hadices de Bujari hablan de la yihad y de política. La religión ocupa la parte más pequeña de los textos fundacionales islámicos".
Por supuesto, cada uno individualmente es libre para concentrarse en el aspecto religioso. Pero no los dirigentes, ni los juristas, ni los políticos, ni las personas verdaderamente activas en la sociedad -ellos deben naturalmente dominar y considerar el conjunto de las escrituras para gobernar, legislar, decidir y orientarse-. Así, están absolutamente obligados, en su conjunto, a caer en la trampa de los textos sagrados. Y por eso, si hacemos el esfuerzo de reconstruir el recorrido sangriento del islam a lo largo del tiempo y los acontecimientos que la
humanidad debe al haberse tomado en serio esos textos, llegamos a un total de unos 270 millones de víctimas.
Y esto sin contar con el esclavismo, sea la explotación económica de la esclavitud,
ampliamente alentada por el islam, que, siempre por el conjunto de sus textos, niega con claridad todo derecho social o humano a las personas sin religión, y únicamente concede igualdad de derechos fundamentales a los musulmanes. Para el islam, en la comprensión que de él tienen quienes han estudiado el conjunto de la materia, no existe ser humano plenamente tal fuera del islam. En esto no se plantean la menor duda.
Por consiguiente, si permitimos a los musulmanes practicar su religión en Occidente (o en cualquier sitio, da igual), sus líderes, en su conjunto, que se basan evidentemente en una comprensión global del fenómeno islam, harán todo lo posible, para, en concreto y en nombre de la sacrosanta religión, destruir la civilización, sembrar la cizaña, asesinar a los oponentes políticos e imponer el reino del islam de los textos, primero mediante la mentira (pues no es malo mentir al infiel; todo lo contrario, pues así podría unirse al islam, lo que es un bien para
él...), y luego mediante la violencia más negra. Por lo tanto: "Debemos estudiar la doctrina del islam político para sobrevivir. La doctrina es muy clara: todas las formas de fuerza y de persuasión pueden y deben ser utilizadas para conquistarnos. El islam es el enemigo autodeclarado de todos los infieles. Como decía
el famoso filósofo chino de la guerra Sun Tzu: conoce a tu enemigo. Nosotros
debemos conocer la doctrina de nuestro enemigo, o seremos aniquilados".
Y como estamos en democracia, el desafío consiste no en difundir estos conocimientos entre los dirigentes y los letrados, sino también entre la población. Por ejemplo, dando a conocer este escrito.

viernes, 7 de mayo de 2010

Rememorando la formación recibida en los años 50

POLÍTICA Y VIDA EN EL SEMINARIO DE GRACIA DE GRANADA EN LOS AÑOS 50 DEL SIGLO PASADO

Al intentar escribir sobre este tema he consultado con varios compañeros del Seminario Menor y, en principio, todos hemos coincidido en afirmar que la formación política fue, en aquel tiempo, algo ausente. Sin embargo, a lo largo de la conversación han ido apareciendo muchos detalles que, en conjunto, nos han obligado a cambiar el primer diagnóstico y que lleguemos a aceptar la existencia de un adoctrinamiento político, si bien sutil e indirecto.
¿De donde, si no, pudo salir mi idea de que Franco podía ser perfectamente católico y dictador a la vez? En efecto, cuando siendo ya subdiácono pasé un verano en Alemania, los obreros alemanes de la fábrica donde trabajé me preguntaban que como Franco era católico y dictador. Ante semejante pregunta, si mi capacidad crítica en lo político hubiera sido mínima, la respuesta se hubiera orientado a demostrar que el Caudillo no era un auténtico católico, Sin embargo, sólo recurrí a compararlo con Hitler y rebajar su dictadura en relación con las del Eje. Gracias a la desinformación en todo un Seminario Menor y gran parte del Mayor, la brutal dictadura de Franco a mi me parecía una “dictablanda”.
En nuestra época de seminaristas menores no existió la asignatura de Formación Política que todos los estudiantes de otros centros tuvieron que aguantar. Nosotros, en compensación, recibíamos de modo sutil, indirecto e implícito una formación política que nos llevó a aceptar la situación sin ningún tipo de crítica. Gracias a ella, las palabras “rojo”, “comunista”, “demonio” y “judío”, para muchos de nosotros, eran sinónimas., y la imaginación infantil representaba el contenido de las mismas en un ser de orejas puntiagudas, con cuernos, rabo, tridente y alas de murciélago. Ante esto, sólo cabía rezar para que el comunismo no siguiera avanzando y confiábamos firmemente en que Dios no lo permitiría. En esta línea, “república” era sinónimo de desorden, de modo que ante la confusión y el caos se recurría a la frase: “esto parece una república”.
Todos los curas matados por los “rojos” eran mártires que merecían veneración como los que perdieron la vida en la rebelión de los moriscos. De hecho, en este tiempo se acrecentó la galería de truculencias encogedoras de seminarísticos corazones infantiles al añadírsele a la colección de mártires de la rebelión de los moriscos unos cuantos cuadros de mártires de la “Cruzada”. Por cierto, que uno de estos cuadros tuvo que ser devuelto al pintor para que retocara a la tentadora del mártir que le había salido, aunque en miniatura, con un generoso escote a través del cual se adivinaban unos senos demasiado opulentos. De esta modo se borró lo que pudo ser un alivio, si bien algo pecaminoso, entre tanta escena desagradable. Por cierto, que en aquel tiempo nadie nos dijo que el católico Franco había encarcelado a los no menos católicos curas vascos opuestos a sus ideas. El que escribe tuvo que esperar a oírlo de labios de un médico “rojo” (léase republicano) siendo cura de Mecina Bombarón.
Exponente de nuestra incultura política, a la vez que de la aceptación acrítica de la situación, pueden ser las dos anécdotas siguientes, ocurridas a un compañero de mi mismo curso, hoy catedrático de universidad. Por aquel tiempo, otro compañero de ambos, aficionado a las preguntas indiscretas e inesperadas, le espetó: ¿Tú eres republicano o monárquico? A lo que el interrogado contestó con una doble pregunta: ¿Qué e ser republicano y que es ser monárquico? La formulación de esta cuestión quizá no sólo indique la crasa ignorancia política del preguntante, sino también la inutilidad práctica de la misma, ya que nosotros teníamos un régimen distinto de ambos en el que nos gobernaba “Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios”. A pesar de todo, cuando la fue aclarado el significado de ambos términos contestó impertérrita e ingenuamente: “entonces soy republicano”.
La segunda anécdota le ocurrió en Francia, donde convivió con estudiantes de aquel país y, al saber que era de Granada, le hablaron de su paisano, el gran poeta granadino Federico García Lorca. Nuestro protagonista sólo pudo participar en la conversación con una pregunta que desconcertó a sus interlocutores galos: ¿Y ese quien es? Nótese que esto ocurrió a pesar de que nuestro amigo había estudiado Historia de la Literatura Española con D. Antonio Espigares que en paz descanse.
Por aquellos años, este bendito profesor pasaba como sobre ascuas o no mencionaba siquiera a los literatos que de algún modo pudieran ser contrarios en ideas o en actitud vital al régimen establecido. Para él la Generación del 98 casi entera era calificada con el apelativo de gentes de “ideas dieciochescas y liberaloides” y Pío Baroja, en particular, era el Impío Baroja, mientras que literatos tan relevantes como Lorca, Alberti o Miguel Hernández no merecían , ni siquiera, ser citados. La simple lectura de la obra de Valera, Pepita Jiménez, fue la causa de la expulsión fulminante de varios compañeros cuando cursaban el quinto curso de Latín y Humanidades. ¡Medicina santa y vacuna infalible contra autores rojos o liberales! Gracias a todo esto pasamos nuestros años mozos sin leer a autores tan nefastos y, pasado el momento aquel, siguen siendo, para muchos de nosotros, desconocidos.
Por el contrario, José Mª Pemán era el gran poeta y dramaturgo cuyo “Divino Impaciente” se representaba y cuyas poesías eran leídas en clase en ciertas efemérides. No sé si por desconocimiento o delicadeza, el caso es que nunca nos leyeron una de sus obras más brutalmente política y partidaria: El Poema del Ángel y la Bestia.
La verdad es que todo lo dicho se desprende como una fruta madura del árbol nutricio que formaban los profesores y superiores del seminario. La procedencia de nuestros formadores y la de nosotros mismos, eran familias de derechas y adictas al régimen, de ahí que no sólo no se formulara la más mínima crítica, sino que, incluso, se rindieran encendidas alabanzas. Entre nuestros formadores, alguno se pasó de la zona “roja” a la “nacional”, donde ejerció de capellán castrense y otro había sido sargento en la guerra civil, de modo que cuando intentó darnos gimnasia a los que voluntariamente queríamos asistir a las 6 de la mañana en el campo de fútbol, le salían voces de mando militares incluido el “cuerpo a tierra” que había que ejecutar como si nos llovieran las balas enemigas. En cumplimiento de tan perentoria orden hubo quien dio con sus huesos en un helado charco o en un montón de espinos. No olvidemos que algún profesor, incluso, militó en la División Azul y que otro era hijo de guardia civil. En este somero repaso a nuestros formadores quizá valga la pena recordar los ensayos de canciones (entre ellas, “Somos hombres del mañana” y “Montañas nevadas”) que el entrañable P. Molina (D. Antonio) nos hacía aprender mientras permanecíamos formados, no si de vez en cuando alinearnos y marcar el paso sin movernos del lugar.
El Caudillo era presentado por la generalidad de los formadores como el salvador a quien se profesa gran admiración y como hombre profundamente religioso que decidía los grandes temas de Estado después de permanecer en oración.
La guerra civil había sido una cruzada contra los enemigos de la religión católica, de modo que algún superior reaccionó airadamente cunado A. Montero Moreno en su Historia de la Persecución Religiosa en España no se decidió a calificarla de cruzada.
En medio de este ambiente de ausencia crítica a un régimen dictatorial y de alabanzas a la cabeza del mismo, sólo alguien recuerda que disintieran tímidamente un par de superiores que en sus viajes al extranjero tuvieron ocasión de contrastar ideas con curas franceses y alemanes y ver los regímenes democráticos de estas naciones donde había, incluso, partidos que se apellidaban cristianos.
Si todo lo anterior no era suficiente para canonizar a un régimen y a su dictador, había que añadir los obispos en las Cortes, a Franco recibido bajo palio en las iglesias y celebraciones, y a los curas castigados con suspensiones o traslados cuando se enfrentaban al alcalde “digital” o al cacique de turno.
Un exponente de la catolicidad del régimen y de su bondad lo encontramos en cierta oración que se añadía a la colecta de la casi totalidad de misas. Estoy hablando de la famosa oración “Et famulos”. En ella, después de nombrar al Papa y al Obispo, se nombraba a Franco y se pedía para él como para ellos que fuese guardado de toda adversidad. Sin embargo, mientras que del Papa y del Obispo sólo se mencionaba el nombre y el cargo, de Franco se decía: “ducem nostrum Franciscum com populo sibi commisso et exercitu suo ab omni adversitate custodi”. Se pide, pues, por el pueblo y por el ejército. Un pueblo que le ha sido encomendado a Franco, el Caudillo, quizá como se encomienda un niño menor de edad a un mayor que debe guiarlo para bien del niño, pero sin contar con él, ya que este no sabe discernir lo que le conviene. Si la exégesis anterior es correcta, estaríamos ante la versión sagrada de la tan traída y llevada distinción de los corifeos del régimen entre demófilo y demócrata. Aquel es el que ama al pueblo y por ello, considerándolo como menor, no le encomienda su destino. El demócrata, por el contrario, pone el gobierno en manos del pueblo, con lo que éste, sin saber gobernarse, se precipita en la ruina.
Pero ¿quién es el agente de la encomienda? Quizá la respuesta a esta pregunta esté en la leyenda que rodea en algunas monedas el rostro de Franco: “Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios”.
Un ejército que es del Caudillo, no de la nación, no de España; o quizá sí, pero porque es de Franco que representa a la nación o es el dueño de la misma.
“Ducem nostrum”: Nuestro Caudillo. ¿Qué sentido tiene en labios del celebrante y en un acto de culto público el adjetivo posesivo “nuestro”? Al menos tiene el sentido de que es el caudillo y guía de los católicos, o de que estos lo aceptan y proclaman como tal.
A la vista de esta breve y obvia explicación de la colecta “Et famulos”, acaso se pueda llegar a la conclusión de que en el Seminario Menor no se daba formación política porque ésta hubiera resultado superflua ya que se vivía en una tranquila posesión de la ideología del Nacionalcatolicismo, sin el menor viso de duda o crítica, de modo que sus valores se respiraban y afirmaban diariamente en el lugar y momento más sagrado: la santa misa.
Frente a esta situación, los extranjeros son dignos de compasión, de desprecio e, incluso quizá, de odio. Unos por habernos invadido en la Guerra de la Independencia, otros por habernos pirateado a lo largo de la historia y los más por ser paganos, judíos o protestantes. La asignatura de Historia de España ya se encargaba de dejarlo claro junto con las excelencias del Jefe del Estado como vencedor de la Cruzada y salvador de la Patria.
Por cierto que la colecta comentada tiene una frase sin desperdicio en cuanto a intolerancia religiosa desde la confortable posesión de la verdad en el Nacionalcatolicismo. Es la siguiente: “Et gentes paganorum el haereticorum dexterae tuae potentia conterantur”. O sea: que los paganos y herejes sean triturados por el poder de tu diestra. Más adelante la brutalidad de esta frase se cambiaría por otra más suave, pero no menos soberbia: “Que todos los equivocados vengan a la unidad de la Iglesia y que todos los infieles sean conducidos a la luz del Evangelio”. Este cambio creo que fue simultáneo con aquel otro en el que desapareció de las oraciones solemnes del Viernes Santo la palabra “pérfidos”aplicada a los judíos.
Para terminar podríamos formular las siguientes conclusiones:
1.- No se nos inculcaron ideas políticas de modo descarado como se hacía en otros centros de formación.
2.- Se nos inculcó de modo sutil la aceptación del sistema imperante y la de su máximo artífice y representante, Franco.
3.- El gran enemigo de la Iglesia era el comunismo.
4.- La desinformación sobre los valores negativos del régimen fue tal que nos impidió durante bastante tiempo cualquier actitud minimamente crítica.
(Este texto es la aportación de Ángel Aguado Fajardo al libro “Nacionalcatolicismo y formación clerical en Granada” Homenaje a D. Ramón Rodríguez Rescalvo)

Soliloquio del Hidalgo y su Escudero

Soliloquio del Hidalgo y su Escudero

Autor: Bar_ Elfara

Una vez que estuvieron bien acomodados y dispuestos a contemplar la hazaña jamás vista en todos los siglos y que se representa entre bambalinas, con muchas galanuras y algarabías, comenzó el teátrico a la hora convenida.

De esta gran aventura, Sancho amigo, dísele el Hidalgo, tendrás que tomar buena cuenta pues de lo que aquí se dijere y acordare seremos testigos de cargo cuando a juzgar conviniere, si lo pactado se cumpliese, o no.

A la hora prevenida aparecen los actores, padres conscriptos de la patria o, más bien diríase, de esta casa de lenocinio, pues este país se nos muestra irreconocible debido a la empanada territorial, donde tantas autonomías hay, como autonomías sobran.

Ponga atención señor don Quijote que del encuentro hay que decir aquello que siempre se tuvo a bien decir “a buenas horas mangas verdes”. ¡Pardiez!, Sancho amigo, que como tú dices y dices bien en decirlo, “en boca cerrada no entran moscas” así que… calla y sigue la historia que aquí se contara, con honrado interés.

A la puerta del palacio se encontraba el anfitrión ZP que, compuesto y con buenas palabras, ofreció a su huésped se adelantase hacia el aposento.

En esta encrucijada en que se encuentran, dísele el Hidalgo a su fiel escudero, do no se gana, se pierde y de perdidos todos al río.

Con floreadas palabras, esmerada parsimonia y afable sonrisa Zapa dice: tened paciencia que pronto viere-des cual sean mis aventuras, para salir con bien de esta desventura en que nos hallamos metidos.

El invitado, un tanto mohín por el “nos”, agradeció la tan tardía invitación, con leve inclinación de testa, ya levemente nívea y encaracolada.

Y…allá al Palacio moncovita se adentraron, uno y otro, para echarse, según cuentan las malas lenguas, un solitario, como ya era costumbre inveterada en los últimos años.

Escuchad atento, amigo Sancho y veréis lo que allí dijéronse entre ambos, sin poner demasiada atención el uno en el otro y el otro en el uno. Cierto, mi amo y señor, “quien te cubre, te descubre” y “quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda”.

Bueno eres y mal intencionado, mi fiel escudero, pero mucho me temo que ni todo el poder de cielo y tierra, si estuviese en manos de Merlín, sería suficiente para llevar a buen puerto este extraño encantamiento que ZP pretende, pues… al parecer y es muy cierto, que entre ambos anda “este juego” de sátiros de desparrame, pero con los naipes de Carlomagno marcados.

El bueno de Sancho, con algo de acojono, replica: mi señor don Quijote todo el mundo sabe “que en la tardanza va el peligro” y que “el dar y el tener, seso ha menester” y en este encantamiento que presenciamos hay tardanza mucha y poco seso.

En pecado te concibió tu madre, amigo Sancho, quieres que nos hundamos todos y así todos iremos al infierno… si esto no se enmendare y corrigiere, como es menester.

Y, en el adentro de aquel palacio de mármoles y alharacas, de tal guisa conversaron que sólo convergieron en hacer gracia a Grecia, por aquello de que si… las barbas del vecino vieres afeitar, pon las tuyas a remojar.

Y en lo de la Cajas, te advierto amigo Sancho, que al haber para repartir, llegará el consenso, pues como a ti se te antoja decir “tiran más tetas que carretas” y las de mamá la pública es, a fuer de veraz, ubérrima, o tal parece. En este asunto no hay mucho que hablar, sino mucho que trincar y ninguno hará remilgos a la hora de repartir la pasta de estas canonjías que se pretenden fusionar y que más bien serán confusiones para que la feligresía de cada caja, ni se entere ni se espante.

Bien parece, mi señor, pues “el que se hace de miel, las moscas se lo comen”, y tal es el panal de las Cajas.

Bien dicho, amigo Sancho, ya veo no se te ocurre nada mejor que esta coyunda entre la izquierda y la derecha. Y…si esto así ocurriese ya puedes irte al campo y buscar refugio, si lo hubiere, contra esta pedrisca que se nos viene encima y que no dejará “títere con cabeza”.

¿Y de lo demás que tanto apremia a quienes sólo tienen mano sobre mano?, dice Sancho. Nada de nada, replica el Hidalgo, pues si como dice Zapa hay un repunte que apunta, a buen entendedor pocas palabras le bastan, todo lo tiene resuelto…pues para enderezar este entuerto, se sobra y basta el señor.

miércoles, 21 de abril de 2010

Sobre el Corán

La solución no consiste en enmascarar la realidad del integrismo islámico, sino en aislarle, de acuerdo con la corriente de pensamiento musulmán liberal que recupera una interpretación racionalista y propone una lectura cronológica del Corán, donde el discurso de la violencia pasa del dogma a la historia. La apreciación no es de ayer. Hace siete siglos, el padre espiritual de la tradición integrista, el sirio Ibn Taymiyya, hizo notar que la yihad sólo aparecía después de trece años de predicación de Mahoma, cuando en su exilio de Medina decide convertirse en profeta armado contra sus adversarios de La Meca y contra los clanes judíos medinenses, éstos inicialmente aliados suyos a quienes incluyera en la umma, la comunidad a quien corresponde el doble poder, religioso y político. No hay, pues, incompatibilidad entre las citas de guerra y exterminio, de un lado, y las de paz y fraternidad con cristianos y judíos, de otro: simplemente éstas suelen corresponder a la fase mequí de predicación, ente 612 y 622, tantas veces anclada en fragmentos bíblicos y en el propósito de captar la doble tradición judaica y cristiana, fundiéndola en un monoteísmo radical. Como el núcleo teológico queda sentado en los textos mequíes, se hace posible sin riesgos el ensayo de diferenciación propuesto no hace mucho por el pensador musulmán sudanés Mohamed Mahmud Taha entre los dos Coranes: el discurso de la violencia remitiría a su contexto histórico, sin afectar al núcleo teológico previamente constituido, del que se desprende esa sólida base para la tolerancia tantas veces citada al hablar y escribir sobre el islam. Sin yihad abierta o satanización de Occidente, ni dominio a ultranza sobre la mujer. También aquí los versículos medinenses son más duros.

domingo, 18 de abril de 2010

¿Creador chapucero?

¿Pero está la vida tan bien diseñada como sostienen los creacionistas? No. De haber sido diseñada, sería por un chapucero. Nuestra mandíbula, por ejemplo, es muy pequeña y no deja sitio para la muela del juicio; ¿para qué sirve el apéndice?; ¿por qué el canal del parto es tan pequeño en nuestra especie, lo que ha provocado infinidad de muertes en otras épocas? Que nuestro sistema respiratorio y digestivo se crucen es un fallo de diseño que ha costado la vida a mucha gente. Cualquier ingeniero lo habría hecho mejor. Quien dice que Dios es el diseñador de todo está blasfemando Recordemos que el 20% de los embarazos acaba en aborto espontáneo durante los dos primeros meses. Dado que los partidarios del 'diseño inteligente' mantienen que hay un ser humano desde el momento de la concepción, Dios sería el mayor asesino de la Historia. Podemos poner entre otros ejemplos, el punto ciego del ojo humano, la miopía, la hipermetropía... Ellos dicen que todo ha sido creado 'ex novo'. Entonces, ¿por qué hay tantas imperfecciones?.

martes, 13 de abril de 2010

IGLESIA, CELIBATO, HOMOSEXUALIDAD Y PEDERASTIA

Hace poco escribía Ignacio Escolar en Público lo siguiente:
“Cuando lo peor para la Iglesia aún estaba por venir, hace medio año, el observador permanente en la ONU del Vaticano, el arzobispo Silvano María Tomasi, minimizó, en una declaración oficial, los abusos sexuales a menores porque “dentro del clero católico, sólo entre el 1,5% y el 5% de los religiosos ha cometido actos de este tipo”. Subrayen el “sólo”. La Iglesia Católica suma algo más de 4400.000 sacerdotes, así que sólo hablamos de entre 6000 y 20.000 delincuentes sexuales; la mayoría jamás juzgados.
Pero lo más grave no es ese “entre el 1,5 y el 5%, que convierte a la Iglesia, según sus propios datos, en una organización con un índice de criminalidad muy superior al de la sociedad a la que pretende salvar (la población reclusa española es el 0,16%). Es peor esa actitud ante el Estado de derecho, que confunde delito con pecado; esa falta de respeto por la Justicia de los mortales; ese sistemático y organizado encubrimiento, que les convierte en cómplices.”
Por otra parte, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, descartó este lunes, 12 de abril, una relación entre la pederastia y el celibato al que están sometidos los sacerdotes, y afirmó que esos abusos se relacionan más bien con la homosexualidad. Los periodistas preguntaron si la suspensión del celibato podría ayudar a terminar con los casos de pederastia
"Han demostrado muchos psicólogos, muchos psiquiatras, que no hay relación entre celibato y pederastia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pederastia", sostuvo.
"Esto es verdad, éste es el problema", subrayó el número dos del Vaticano.
Y yo me pregunto: ¿Qué le ocurre a este cardenal que para defender la imposición celibataria, estado a todas luces contra natura, no duda en admitir una extendida homosexualidad en el clero, aberración, según ellos, de la que la Iglesia ha abominado siempre? Quizá es que han empezado a ver natural la homosexualidad, por lo que hasta los ateos deberían dar gracias a Dios.

lunes, 12 de abril de 2010

Ética y religión

Cuando la religión interviene en conflictos políticos y las partes se atienen "al dogma", el libro sagrado, la publicación divina, aparece de inmediato el problema de la violencia: en Argelia, los fanáticos de la religión asesinan de la manera más repugnante a cientos de personas. Por ese motivo opino que el dicho de las personas religiosas "si no hay Dios, todo está permitido" debería formularse al contrario: sólo si hay Dios, todo está permitido. Si hay Dios, y Dios es todopoderoso, Él lo puede todo, y creo en Él y le obedezco, todo será factible: si hay Dios, ¡a Abraham se le permite matar a su hijo! ¡Cuántos crímenes se han cometido en nombre de Dios a lo largo de la historia de la humanidad: Dios lo quiere! Roberto Bobbio.

jueves, 8 de abril de 2010

Teología y teólogos

"Cuatro tratados sobre la primera parte de (la Suma Teológica de) Santo Tomás que tratan de la altísima ciencia, la inescrutable voluntad, la ininvestigable predestinación y la inefable trinidad de Dios Óptimo Máximo". El título, traducido del latín, pertenece a una obra editada en 1632 en Alcalá de Henares cuyo autor es Fray Martín de Albiz. El tenor latino es el siguiente para que el curioso lector pueda comparar e incluso mejorar la traducción: "De altissima scientia, inscrutabili voluntate, ininvestigabili praedestinatione, ac ineffabili trinitate Dei Opt. Max. tractatus quatuor in primam partem S. Thomae".

Coincidirás conmigo, cándido lector, en que sólo un soberbio-inutil se atreva a escribir sobre temas tan arduos e imposibles. Soberbio por lo de arduos e inútil por lo de imposibles.

Por otra párte, ante la proliferación de las más distintas y opuestas teologías (piénsese en la de la Liberación y en la del Opus) que dicen basarse en la Escritura y en la Tradición, y a la luz de los escritos teológicos y escriturísticos que a lo largo de la historia han sido, en los que se defienden la tesis y la antítesis, el sí y el no, algo y su contrario, podríamos , y aún deberíamos preguntarnos lo siguiente:

¿No participarán todos los teólogos, en mayor o menor grado, de ésto? ¿No serán escritores de lo inescrutable, investigadores de lo ininvestigable y habladores, a veces incontinentes, sobre lo inefable e innombrable? ¿No será toda teología (más o menos) una "ciencia" soberbia, imposible, manipuladora e inútil?

Quizá me haya pasado, pero todo esto y más se me ocurrió el encontrar el dichoso título y lo dicho dicho está.

martes, 6 de abril de 2010

Sobre la Providencia

"De internis neque Ecclesia

"Mirad las aves del cielo..."

"Mirad los lirios del campo..." Mt.6, 26 y 28

Pensando en mi vida pasada, se me ha ocurrido escribir algo sobre la Providencia.

Las frases que encabezan mi reflexión están traídas porque, en lo que sigue, la Providencia se entiende como se refleja en el segundo, tomado de Mateo; y el primero es una máxima que estará presente en todo el escrito o, al menos, eso intento.

Como la construcción latina es concisamente ática, para los profanos la traduciría por: "sobre las intenciones no debe juzgar ni la misma Iglesia". Bajo este lema quiero dar a entender que los juicios que se formulen a lo largo de mi discurso, incluso cuando se refieran a mí, solo abarcan fenómenos externos y nunca intenciones. Espero ser fiel a lo prometido.

Primero, con la fe del carbonero, y después, con la ilustrada del teólogo por los estudios realizados en la Facultad de Teología de Cartuja, allá por los primeros años de la década de los 60, siempre creí que Dios cuidaba amorosamente de sus criaturas y especialmente del hombre, de modo que se debía tomar literalmente en serio la frase de Jesús: "buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura."

Esta creencia me hizo dar pasos que se sintetizan en lo siguiente: ser cura pobre (en parroquias pobres, sin exigir nada por los servicios religiosos, sin buscar ingresos extras como clases de religión...); ser cura obrero (peón de albañil comprometido en las luchas del mundo obrero por lo que llegué a padecer cárcel en los estertores de la dictadura franquista); dejar de ser cura sin haberme procurado antes un puesto de trabajo seguro y bien remunerado. Recuerdo que cuando comuniqué al arzobispo mi intención de dejar el sacerdocio, me advirtió que de qué iba a vivir, a lo que contesté que de peón de albañil como hasta entonces.

Según esta sucinta historia, la fe en la Providencia fue creciendo a lo largo de mi vida de modo que llegó a su cima el día 20 de diciembre de 1980 cuando la Santa Madre Iglesia me obligó a casarme por lo civil ya que había decidido no conceder dispensas a los curas que se querían secularizar. Porque creía en la Providencia y en la lucha por el Reino de Dios, con alegría dejaba una situación de prestigio y privilegio, la sacerdotal, y, sin haberme cubierto las espaldas previamente, me enfrentaba a la vida con el porvenir de un peón de albañil.

Esta evolución no se coció sólo en mi cabeza sino que estuvo arropada por militantes cristianos y por curas amigos. Todos ellos mantuvieron sus espaldas suficientemente a cubierto, ya con el prestigio y privilegio sacerdotal, ya con pingües clases de religión, ya con carreras a veces, incluso, bien remuneradas.

Pronto mi fe en la Providencia empezó a declinar e intenté asegurar mi vida con algo más sólido que la sola confianza en ella por lo que empecé la carrera de maestro. Mi inclinación no se dirigía hacia la educación de infantes y en consecuencia me presenté a una sencillas, pero concurridísimas, oposiciones, y entré de subalterno en la Universidad de Granada. En ella me encuentro, disfrutando con los viejos libros latinos que tratan de las materias que frecuenté en la Facultad de Teología en mis años mozos, y que me están haciendo comprobar que la Iglesia vive en las "estructuras de engaño" y en la "deshonestidad intelectual" de que habla Garry Wills en su libro "Pecado Papal".

Hoy, la fe en la Providencia ha desaparecido, y mi actitud ante la transcendencia la calificaría de respetuoso y reverente agnosticismo. A pesar de ello, puedo decir con cierto orgullo que mi fe en la Providencia y en el Reino de Dios ha sido más seria que la de toda la jerarquía católica, incluidos los frailes mendicantes y las pobres monjas, y que la de muchos asiduos practicantes religiosos cuyas vidas nunca estuvieron a la intemperie por confiar en Dios.

Todo la anterior sea dicho a partir de los datos externos y de los fenómenos observables, sin entrar en interioridades por aquello de que "de internis neque Ecclesia".

Granada a 24 de diciembre de 2001.

Ángel Aguado Fajardo

lunes, 5 de abril de 2010

Las religiones del Libro

Aunque suene mal a los oídos piadosos y espante a algún posible lector; a riesgo de conseguir lo contrario de lo que intento: que termine de ser leída esta página, afirmaré desde ya, y del modo más rotundo que todas la Religiones del Libro son fuentes de fanatismo, y los libros en que se apoyan, ocasión para que los jerarcas que los declararon inspirados y revelados manipulen y opriman a los fieles seguidores.
En efecto, todas las religiones del libro coinciden en admitir de un modo u otro los conceptos de revelación o de inspiración. Sabemos que aquella, la revelación, consiste en que Dios se comunica con los hombres para transmitirles sus designios y su modo de ser; mientras que la inspiración sería la asistencia a un autor humano para que, sin equivocarse, sea vehículo de la revelación. En todas estas religiones existe una jerarquía con el poder de discriminar auténticamente cuales son los libros inspirados, portadores de la revelación, y cual es la recta interpretación de esos libros. En muchos casos, para reafirmar mejor su omnímoda autoridad, invocan una tradición con valor paralelo al de los libros, y de la cual ellos, y sólo ellos, son los autorizados portadores e intérpretes.
Las consecuencias de lo expresado en el párrafo anterior son fáciles de adivinar para cualquier mente mínimamente despierta, y están patentes a lo largo de la historia: fanatismos, imposiciones, guerras de religión, individuos fanatizados que matan a individuos fanatizados que se consideran mártires, jerarquías endiosadas, conciencias torturadas, ciudadanos de segunda, tercera o cuarta, mujeres discriminadas y relegadas, inquisiciones y torturas, oposición al progreso, falta de libertades en todos los campos... En una palabra: la opresión más asfixiante ya que se ejerce desde dentro, sobre las conciencias y en nombre de Dios, y, cuando se puede, ayudada por la represión bruta.
Si Dios, según la Biblia, se arrepintió de haber creado al hombre al ver la maldad de este, a fortiori habría debido arrepentirse de haberse revelado siendo autor de libros sagrados.
Ante todo lo anterior planteemos las preguntas pertinentes e intentemos contestarlas con honradez. ¿Es posible la revelación? ¿Es la inspiración de libros un modo seguro de revelación?
Empecemos por la segunda cuestión. ¿Un Dios que se precie de tal, en el caso de que la revelación sea posible, no podría haber utilizado un medio más seguro para comunicar a los hombres sus designios? Alfonso X, el Sabio, se atrevió a decir en su tiempo que Dios habría sido un creador más perfecto si le hubiera consultado antes de crear. En la línea del rey sabio, se le podía haber aconsejado que se comunicara de modo directo con cada hombre, y así obviara las inspiraciones de libros, las complicadas transmisiones de los textos, la necesidad de jerarcas y exegetas de turno y las pillerías de tanto mandamás. Estoy seguro de que cualquier lector en uso de su inteligencia sería capaz de arbitrar varios medios de revelación segura, de modo que Dios y sus designios quedaran patentes a cualquier ser humano. En conclusión: si Dios pudo hacerlo mejor y no lo hizo, es que lo que los jerarcas dicen que hizo, no lo hizo. Soy consciente de que la conclusión es fuerte, pero a ella me lleva mi razonar y no debo abdicar de mi razón. En una palabra: Dios no es autor ni responsable de la libros en que se basan la religiones del libro.
Terminemos contestando a la otra cuestión. ¿Es posible la revelación? A primera vista parece viable que, dada la existencia de un Dios personal e inteligente, este Dios pueda comunicarse con otros seres también personales e inteligentes, aunque teniendo en cuenta la diferencia infinita entre ambas inteligencias habría que albergar serias dudas sobre la posibilidad de una correcta comunicación. De hecho, como se ha visto en el apartado anterior, la revelación llamada universal y pública no ha conseguido su objetivo, sino todo lo contrario: propagar imágenes contradictorias de Dios y prácticas igualmente contradictorias y, muy a menudo, inhumanas. Por otra parte, la que sería más segura revelación, la directa a todas y a cada una de las personas, no se ha dado como lo demuestra la experiencia, y los contados individuos que se creen portadores de ella se comportan de maneras tan opuestas y defienden ideas tan raras, que es increíble que un mismo Dios se les esté comunicando.
Por todo lo dicho, y a la vista de la experiencia, parece sensato concluir que al menos hasta el presente Dios es un Dios escondido que no pudo, no supo o no quiso revelarse, y que los hombres debemos guiarnos por nuestra razón, y, en continuo diálogo, buscar y seguir el camino que estimemos más correcto, sin hacer caso especial de los que se erigen en intérpretes de Dios, y considerándolos, si lo aceptan, como unos dialogantes más sin ninguna especial autoridad.

domingo, 4 de abril de 2010

RELIQUIAS CURIOSAS

• Barbas y cabellos vivos de un crucifijo de madera.
• Brazos: 17 de S. Andrés.
• Cabezas: 7 se S. Felipe.
• Carne asada de S. Lorenzo.
• Cuernos de Moisés en una botella.
• Dedo: la punta de un dedo del Espíritu Santo y sobre 60 de S. Juan Bautista de ellos 11 índices.
• Dientes: más de 500 de Santa Apolonia en Francia.
• Leche: de varias santas incluida la Virgen. También las cabezas de S. Pantaleón y de S Pablo manaron esta líquido al ser cortadas y por lo tanto se conserva leche de los mismos.
• Muslos y sexo de Santa Gudula.
• Pene: dos de S. Bartolomé uno en Treves y otro en Ausburgo.
• Plumas: Una de el Arcángel S. Gabriel que quedó en la habitación de la Virgen cuando la Anunciación, y otras de S. Miguel.
• Prepucios : 7 del Niño Jesús.
• Soplo: uno de Cristo en un bote.
• Sudor: el producido en la lucha del arcángel S. Miguel con el demonio.
• Tetas: las de Santa Águeda.
• Uña: una de Nabucodonosor y otra de un querubín.
• Ventana: por la que entró S. Gabriel para la anunciación.
N.B. Datos tomados del "Dictionaire critique des reliques et des images miraculeuses". Autor: J.A.S. Collin de Plancy. Editado por Guien et Compagnie, Libraires. París, 1821. Se encuentra en la Biblioteca Central de la Universidad de Granada con la signatura: B-21-138. Son 3 volúmenes.

SOBRE LA FELICIDAD

Todo ser humano busca la felicidad. El aserto anterior, tan rotundo e incluyente, puede que de por sí contenga una flagrante contradicción: buscar la felicidad (así, con artículo definido) quizá constituya el camino infalible para no encontrarla.

Si nos acostumbráramos a pensar en términos más humildes y a desear situaciones más en consonancia con nuestra pequeñez y contingencia, no poniendo la meta tan inalcanzable, pude que muchos llegaran a ser felices, aunque no consiguieran LA FELICIDAD. Y esto por una sencilla razón: porque la felicidad no existe.

La felicidad con mayúscula, entendida como absoluto, presupone la existencia, en principio de absolutos. Si bien se piensa, la palabra "absoluto", carece de plural real, a parte de él gramatical, ya que necesariamente si algo es absoluto, ese algo sería único. Y un-algo-absoluto-único, es equivalente al Dios de los filósofos cuya existencia está por demostrar. Por ello, cuando alguien absolutiza cualquier concepto (ninguna realidad es absoluta) o está haciendo un acto de fe en el Dios de los filósofos, o está creando un ídolo.

Intentar reflexionar sobre la felicidad nos ha llevado insensiblemente a desembocar en la transcendencia: sólo se garantiza aquella con la existencia de un transcendente absoluto. Quien acepta la existencia de un transcendente absoluto, bueno, amigo, omnipotente... tiene razones para esperar que alguna vez conseguirá LA FELICIDAD. Con esta aceptación, independientemente de su realización o no, en un futuro terreno o ultraterreno, se consigue una sensación de descanso ya que se han solucionado los terribles problemas del MAL y de la MUERTE.

Todo podrá ser una ilusión (y casi con seguridad lo será), pero una ilusión que lleva a un adormecimiento de las inquietudes existenciales y que nos introduce en una especie de nirvana gratificante.

El creyente descrito resulta, a primera vista, más feliz que el ateo e incluso que el agnóstico. El ateo, siempre a primera vista, va hacia la nada, y el agnóstico no sabe a donde va.

Según estos razonamientos, parece más rentable, por placentera, la situación del creyente, aún en el caso de que todo resulte ilusión ya que la desilusión nunca lo alcanzará, al morir y disolverse con la ilusión en su mente.

Por otra parte la situación de los no creyentes se estima trágica dado el abocamiento de ateo a la nada y el de él agnóstico a la incertidumbre. Pero, por contrapartida, quizá estos, sin obsesión por conseguir la felicidad, disfruten más distendidamente de las felicidades.

Parece, en consecuencia, que los creyentes están en el camino de conseguir la felicidad, sin felicidades; mientras que los no creyentes pude que lleguen a lo contrario: disfrutar de felicidades sin felicidad.

No creas, atento lector, que intento tomarte el pelo, o que de la metafísica hemos descendido frívolamente al juego de palabras. (aunque la metafísica y los juegos de palabras quizá estén más cercanos de lo que muchos creen). La explicación de la aparente aporía es la siguiente:

Los creyentes sacrifican las felicidades cotidianas muy a menudo en aras de conseguir LA FELICIDAD. Tienen que adornarse de arduas virtudes; su Dios las exige dolorosos sacrificios, a veces, de las cosas más inocentes: comidas, sexo, cariños, expansiones, familia...

Por el contrario, los no creyentes, liberados del OJO CONTROLADOR y arbitrario(¿), pueden considerar la vida como un jardín cuyas flores no les están vedadas por ninguna instancia superior y sólo se autolimitan en beneficio del otro o por conseguir un mayor bienestar.

A fuer de cínico, alguien podría decir que el autor escribiendo lo anterior, y el lector-destinatario (¿) leyéndolo, ambos, han perdido el tiempo. Ni aquel se ha aclarado ni este fue convencido. Pero el tiempo nunca se pierde. Se han esgrimido razones más o menos convincentes y las dos posibilidades quedan abiertas. Ambos hemos ejercitado algo a lo que por ser humanos estamos condenados: el pensamiento, la elucubración, el raciocinio... Y ambos seguimos condenados a elegir un camino; a decidir.

jueves, 1 de abril de 2010

Bibliografía curiosa

BIBLIOGRAFÍA SUCINTA PARA QUE LOS CRISTIANOS PROFUNDICEN SU FE

En al Biblioteca del Hospital Real, y en las localizaciones que se anteponen y que indican la sala, el estante y el número, puede el cándido lector encontrar abundante materia con la que rellenar los huecos de su formación cristiana.
En A-3-448, puede encontrar nada menos que 1.106 páginas sobre magia, demonios, posesiones
y exorcismos.
En A-12-78 se tropezará con sólo 550 (pero en este caso, folios) sobre lo mismo.
En A-5-231 se encuentra un ritual antiguo que se usaba en los años 50 del pasado siglo, en donde, a doble tinta (ceremonias en rojo y texto en negro), aparecen algunos exorcismos y preces y bendiciones para distintas necesidades. Por ejemplo, como se bendice a una parida (mujer).
En A-12-184 aparecen 296 páginas más índices sobre como se "criará" una perfecta monja.
En A-12-179 se describe con todo detalle, y en unas sucintas 500 páginas más índices, el combate del paciente Job con el demonio.
En A-12-175 y a través de sólo 900 páginas más índices, se diserta de modo escueto sobre el juicio y el infierno. ¡Para que algunos se empecinen en negarlo!
En A-12-137, y ahora de modo más escueto, se dedican 383 páginas más índices para tratar de los ángeles. El curioso lector podrá comprobar si se ataca el tema estrella del sexo de los ángeles.
En A-12-35 más in extenso se trata de los mismos espíritus puros y santos. Son 898 folios más índices.
En A-11-302 se repite el mismo tema pero ahora reduciéndose a los ángeles custodios.
En A-12-132 se dedican una 392 páginas más índices al adorno de las mujeres. Creo que se describen y recomiendan o condenan según lo merezcan, siempre a juicio del entendido clérigo.
En A-11-156 se documentará, hasta la saciedad, cualquier curioso sobre las propiedades y virtudes del agua bendita a través de más de 500 páginas.¡Algo tendrá el agua cuando la bendicen!
En A-8-181 y para el que aspire a nota, se pueden ampliar estudios fuera de programa con 250 páginas más 42 de índices sobre la "sollicitatio in confessione". Siempre este tema, por lo escabroso del mismo, se trató en latín incluso en los manuales de moral confeccionados en romance. Para conocimiento del lector menos versado, diré que esos latinajos se refieren a cuando el confesor se aprovechaba del sagrado tribunal para llevarse a alguien al catre.
N.B. Verán que la mayoría de los libros recomendados se ubican en el estante nº12, y es que sólo en el momento que manejaba esos libros se me ocurrió confeccionar esta bibliografía. Si el propósito hubiera sido anterior, la lista sería interminable. ¡Tan sesudos y prolíficos han sido lo teólogos de la Santa Madre Iglesia!

miércoles, 31 de marzo de 2010

Agnosticismo y cristianismo

AGNOSTICISMO Y CRISTIANISMO

Ángel Aguado Fajardo

El agnóstico es la persona que ante la afirmación de la existencia o no existencia de Dios suspende el juicio sin inclinarse ni por la una ni por la otra. Frente a él, el creyente y el ateo, apoyados en razones que no concluyen apodícticamente, afirman, mediante un acto de voluntad, más que de entendimiento, dicha existencia o no existencia respectivamente.

A primera vista, la actitud agnóstica parece menos comprometida y valiente ya que se limita, aparentemente, a suspender el juicio; pero, si bien se mira, en el fondo, participa del compromiso y de la decisión de las otras dos posturas ya que no se cierra a ninguna de ellas.

Sin embargo, se podría decir que, la del agnóstico, es la actitud intelectualmente correcta y vitalmente valiente. Es correcta porque el entendimiento, al no tener razones concluyentes ni en un sentido ni en otro, a fuer de honesto, suspende el juicio, y es valiente porque arrostra una situación incómoda sin adormecerse de modo voluntarista.

La postura agnóstica parece estar más lejos de cualquier fanatismo o beatería que la de los creyentes o ateos. Si bien es verdad que la suspensión del juicio basada en la ausencia de razones concluyentes puede y debe ser firme precisamente por esa ausencia de razones, no se debe confundir dicha firmeza con el fanatismo o la beatería.

El beato se siente dichoso (¿beato = dichoso?) con una visión del mundo en la que la transcendencia tapa el tremendo agujero de la muerte; suele ser una persona sin inquietudes intelectuales, inclinado a confiar en magos y directores y a declinar su responsabilidad en ellos. Suya es la máxima: "el que obedece no se equivoca".

El fanático, por su parte, es "el que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento, creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas" o "el preocupado o entusiasmado ciegamente por una cosa ."

De lo dicho se colige que tanto el fanatismo como la beatería son actitudes éticamente menos positivas que sus contrarias. Mientras que el beato es un pobre hombre; el fanático es un ser temible.

Analicemos las tentaciones de beatería y fanatismo tanto en el agnóstico como en el creyente, sea esta creencia en la existencia o en la no-existencia de Dios.(Nótese que, con razón, se le puede llamar al ateo "creyente en la no-existencia de Dios", ya que su actitud es en el fondo de creyente pues afirma más de lo que las razones le demuestran de modo efectivo. Ningún creyente, por definición, demuestra el objeto de su fe, sea éste la creencia o la no-creencia en Dios.)

Como se dijo más arriba, el agnóstico está lejos de caer en la tentación de beatería o de fanatismo ya que su actitud se basa en la falta de razones. No puede ser una persona de certeza ilusionada como el beato; al contrario, su tentación puede venir del lado opuesto: la oscuridad desilusionante. Tampoco parece probable que caiga en la tenacidad desmedida o en el entusiasmo ciego del fanático. En él lo más cercano a esto quizá sería la compasión o el desprecio por las actitudes contrarias.

¿Hay algún nexo de unión entre el cristianismo y el agnosticismo? ¿Son conceptos que se excluyen mutuamente? ¿Puede un cristiano ser agnóstico, y un agnóstico cristiano? ¿Pertenece a la esencia del cristianismo, la creencia en Dios? He aquí una serie de preguntas que quizá valga la pena formularse y responder.

Empecemos por la primera cuya respuesta sería un gran avance en el camino de responder a las otras. Muchos calificarían de algo obvio la idea de que la creencia en Dios pertenece a la esencia del cristianismo. Al menos parece integrar el acerbo común la idea de que si alguien deja de creer en Dios, automáticamente deja de ser cristiano ya que el concepto "cristianismo" incluye él de "creyente". ¿Pero es esto así? Analicemos ambos conceptos.

No parece muy necesario analizar el concepto de creencia ya que es patente al sentir común como la afirmación de la existencia de un ser superior al que se llama Dios. Ese sentir común, a la hora de definir y atribuir cualidades al ser superior lo adorna de todo tipo de cualidades en grado eminente, aunque ciertos estudiosos del tema defienden la aceptación reverente de esa entidad renunciando a definirla de ningún modo. Se podría decir que estos creyentes mezclan su creencia con un tinte de agnosticismo.

Por el contrario, en el tema que nos ocupa, no sólo es necesario sino incluso imprescindible que nos planteemos con más detenimiento el concepto de cristianismo.¿Qué es ser cristiano? Arduo problema sería contestar a tan simple pregunta si nos pusiéramos a investigar lo que, a lo largo de los tiempos, ha respondido la innumerable serie de pensadores que se la plantearon. Por otra parte, con seguridad, sería vana la investigación en el sentido de que nos encontraríamos con las más disparatadas y contrapuestas opiniones. Algún sesudo teólogo centroeuropeo, después de largas disquisiciones llega a la conclusión de que cristiano es el que hace en su vida referencia a Cristo. Quedémonos con esta idea, en principio, aceptable. Pero en realidad, poco hemos avanzado, porque en seguida surge otra pregunta aún más ardua: ¿quién fue Cristo? O (con una formulación más en consecuencia con el tema que nos ocupa) ¿quién fue Jesús de Nazaret?

La pregunta formulada, en realidad compleja, se puede simplificar si nos ceñimos al tema propuesto: cristianismo y creencia en Dios. De este modo la cuestión se podría formular en los siguientes términos: ¿es fundamental en Jesús de Nazaret su componente religioso y su creencia en Dios al que llama padre y con el que mantiene una estrecha relación? O ¿se puede considerar todo ello como algo cultural de modo que lo fundamental en su personalidad sería el "ser para los demás"?

En el entorno cultural de Jesús es inconcebible tanto el ateísmo como el agnosticismo entendidos en sentido moderno. Aquel mundo no se explica sin una multitud de dioses, o sin, al menos, la existencia de un ser superior. Por ello, Jesús no pudo ser ni ateo ni agnóstico. El tuvo que ser necesariamente creyente; pero esta creencia, en consecuencia, no sería descabellado considerarla como cultural, como cultural fue en él imaginar un mundo plano, cubierto por la bóveda del cielo, iluminado por un sol que gira alrededor del mismo.

En el Evangelio de Mateo hay un texto que pudiera apoyar la interpretación anterior. Me refiero a la llamada por algunos "parábola de los ateos" y que se relata en el capítulo 25. Allí, a la hora de la verdad, lo que discrimina y salva o condena no es la creencia o increencia con relación a un ser superior, incluso tenido por padre, sino el "haber sido o no para los demás ". Tanto los salvados como los condenados, lo son por su relación de apertura o de cerrazón a los otros. Como dijo alguien, "al final de la vida te examinarán en el amor" y podríamos añadir: y no sobre la creencia ni sobre los ritos recibidos. Tanto los bendecidos como los maldecidos se habían portado de un modo u otro sin referencia a lo trascendente. Si lo hubieran hecho con esa referencia ¿acaso los buenos no lo serían menos, por interesados y los malos no se situarían a un paso de la estulticia?

En las reflexiones anteriores, con seguridad, no se ha demostrado que la creencia fue algo cultural en Jesús de Nazaret, pero al menos se nos concederá que pudo serlo. De igual modo, también parece improbable que alguien demuestre, teniendo en cuenta lo expuesto, que la creencia de Jesús es algo fundamental en su personalidad.

De todo lo anterior se puede llegar a una conclusión importante: no sólo los creyentes sino también los ateos y los agnósticos se pueden llamar, con todo derecho, cristianos.

Es más, a la luz de lo que los creyentes cristianos estiman fundamental en su fe, no serían las creencias lo fundamental sino una especie de andamiaje para conseguir "el hombre para los otros". En este sentido, el concepto de Dios como padre sería un andamio para llevarnos a la fraternidad universal. Haciendo teología ficción podemos imaginar que al Ser Supremo le importaría bien poco que se le confiese como padre con tal de que sus hijos nos lleváramos como hermanos. De modo parecido, muchos ritos a los que se les dio tanta importancia como para declararlos "necesarios con necesidad de medio", podrían ser declarados simples modelos de andaderas para solemnizar momentos que construyen la comunidad. Y ante un auténtico "hombre para los demás"¿qué le puede interesar al Ser Supremo o al Dios Padre (¿importa el nombre?) que sobre esa persona se haya derramado previamente agua o se le haya ungido con óleo más o menos oloroso? Si se construye auténtica comunidad y hay verdadero compromiso ¿qué mal da que se solemnice con un rito u otro? En verdad que las creencias y los ritos pueden tener su importancia como identificadores de comunidades y como andamios o muletas para conseguir un fin, pero que en comparación con éste se quedan como difuminados e incluso baladíes.

Si aceptamos estas conclusiones, podría seguirse una secuencia indefinida de consecuencias que, como semillas fecundas, germinarían tolerancia y comprensión por doquier.

Dejemos volar la imaginación: ciertas grandes divisiones de la humanidad irían cayendo; los muros de las creencias y de los ritos se disolverían o se reducirían a elementos más o menos folclóricos; remedando y ampliando a S. Pablo se podría exclamar: ya no hay judío ni pagano, esclavo ni libre, hombre ni mujer, ateo ni creyente ni agnóstico; nadie ni en ningún lugar sería discriminado por razón de creencias o no creencias. El fin último de todas las religiones, el parto del hombre con mayúscula, el hombre perfecto, el hombre dios, EL HOMBRE, se podría ir construyendo salvado el impedimento de los andamios y de las andaderas religiosas.

Los andamios y las andaderas, en efecto, cuando dejan de ser medios y se convierten en fines; cuando dejan de ser eso: andamios para construir y andaderas para andar, llegan a obstaculizar aquello para lo que estaban destinados: el andamio impide la construcción y la andadera, llegar a un destino. Las creencias y los ritos cuando caen en manos de jerarquías y teólogos que los miman y hacen de ellos el centro de su quehacer y rango, pasan a un primer término y sustituyen impidiéndolo el fin al que se ordenaban: la consecución del "hombre para los demás". En conclusión: la administración de las creencias y los ritos ha creado una jerarquía dominadora del pueblo que al centrase sobre ellos ha vaciado al cristianismo de su esencia.

La prueba de lo anterior queda patente si ojeamos los catecismos clásicos o los millones de páginas de autores eclesiásticos que fueron a lo largo de la historia. En estos escritos encontraremos fundamentalmente las siguientes materias: dogma, moral, cuestiones rituales y derecho. En ellas encontraremos prolijas disquisiciones sobre las palabras correctas para acotar un dogma; extensas listas de pecados contra un dios a quien nadie puede perjudicar o sobre fantasías y deseos que no traspasan los límites de la imaginación; fijación minuciosa de los procesos rituales descendiendo hasta las cualidades del agua, el vino, el pan o el aceite para confeccionar un sacramento válido, o el tenor de las palabras a pronunciar como si en él se contuviera el Espíritu e infinitas leyes y normas reglamentando desde el tono de voz en una oración o el pie a echar primero para subir al altar hasta como acrecentar y mantener el patrimonio eclesiástico. Y todo ello adobado con faltas, pecados y penas más o menos graves que acechan tras una palabra incorrecta, una materia defectuosa, una fórmula manca o una norma incumplida.

Los jerarcas y profesionales de la religión han caído, entre otras, en las siguientes aberraciones: centralidad de lo accidental, absolutización del pensamiento propio al atribuírselo a Dios, la condena o, al menos, desprecio de quien no comparte la propia fe y el proselitismo

El quehacer de los jerarcas se ha centrado hasta tal punto en lo accesorio que han caído en al aberración de ser profesionales de lo accidental. Toda su principal dedicación ha sido para los elementos accidentales. Si lo propio del cristiano es el ser para los demás, en pura lógica, los jerarcas cristianos deberían ser especialistas en métodos para fomentar el amor, la dedicación al otro y la tolerancia; pero he aquí que lo son en creencias, ritos y leyes. Los grados académicos de los obispos suelen ser en teología, sagrada escritura o derecho canónico. Con estos pertrechos están equipados para fijar creencias, acotar la palabra de Dios y perfilar ritos. Cualquier jerarca te podrá ilustrar con exactitud sobre la vía de procedencia del Espíritu Santo; sobre el grado de culpabilidad en una polución nocturna; sobre las cualidades del pan y del vino para confeccionar el sacramento de la eucaristía o sobre las condiciones requeridas para incurrir en excomunión. Como se aprecia, cuestiones alejadas de la esencia del cristianismo, pero a las que el jerarca concede tal importancia como para condenar a quien falte en ellas, al más real de sus infiernos. Por ello podemos dudar, con fundamento, de su preparación para formar hombres para los demás, que debería constituir su especialidad y podemos etiquetarlos como especialistas de lo accidental.

Otra aberración de los jerarcas creyentes consiste en la absolutización del pensamiento propio hasta atribuírselo a Dios. Alguien me dirá que lo que ocurre es lo contrario: que hacen propio el pensamiento de Dios. Pero ¿cómo conocen ESE pensamiento con garantías de certeza? Sin embargo ellos se constituyen en intermediarios e intérpretes del Supremo. Se da en ellos una manipulación constante de la Biblia para justificar la moral al uso o los intereses ya sean estos conservadores o revolucionarios: a Dios se la cuelga todo y todo lo bendice. Si allí se proclama de modo solemne: no matarás, ellos justifican la pena de muerte e incluso la guerra. El "no cometerás adulterio" y el "no codiciarás la mujer de tu prójimo" de Exodo 20, 14 y 17, son manipulados descaradamente por los intérpretes. "No cometerás adulterio" pasa sucesivamente a "no fornicar" y a "no cometerás actos impuros", mientras que el "no codiciarás la mujer de tu prójimo" se convierte en un espiritualista "no consentirás pensamientos ni deseos impuros.

Tras las aberraciones anteriores cae como fruta madura la condena o el desprecio de las creencias, los ritos y las normas morales que se apartan de las propias. Cualquier creyente si es sincero se sorprenderá a menudo considerando como leyendas despreciables e irrisorias las creencias de otros que miradas fríamente son muy similares a las suyas. De modo parecido se comportará ante los ritos y normas morales ajenas.

Como corolario de todo lo anterior se puede llegar, se llega y se ha llegado al proselitismo más descarado e incluso a las guerras de religión.

Para terminar podríamos resumir lo dicho en las siguientes conclusiones:

1.- El agnosticismo es una actitud intelectualmente coherente y entraña menos peligros de intolerancia que la creencia.

2.- Es posible un agnosticismo cristiano.

3.- Sería conveniente fomentar ese cristianismo agnóstico como un servicio a la tolerancia y como un puente hacia los distintos talantes ante la creencia.











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