miércoles, 1 de enero de 2014

La familia cristiana y la Sagrada Familia



La familia cristiana y la Sagrada Familia
Ángel Aguado Fajardo. Granada Hoy 29-12-2013

VA constituyendo tradición que, cada año, los señores obispos se reúnan en olor de multitudes para, según ellos, defender la familia cristiana. Creen que los tipos de familia distintos de la que ellos llaman natural y cristiana son un ataque a ésta y que como aguerridos adalides tienen el sagrado deber de defenderla. No se contentan con los púlpitos que entre todos costeamos, sino que van a plazas públicas, llaman a obispos extranjeros, se rodean de lo más carca de la creencia, y aparecen algunas familias exageradas haciendo exageradas declaraciones y dispuestas a tener los hijos que Dios quiera. Con esta actitud creen que defienden un modelo de familia pero en realidad, cada vez, se separan más del mundo moderno. Por este, en mi entender, descaminado camino neocons se sentirán apoyados por ciertas sectas, pero van por la vía de convertirse en una de ellas.

Por mucho que me esfuerzo, no alcanzo a entender por qué constituya un ataque a un modelo de familia la existencia de matrimonios homosexuales, de familias monoparentales, de parejas de hecho o de una nueva ley del aborto. La razón me dice que el que no está conmigo, no tiene, necesariamente que estar contra mí: puede caminar en paralelo o en sentido contrario sin colisionar conmigo. Parece que ellos, en este caso, toman al pie de la letra y se aplican a sí mismos la frase recogida en los evangelios de Lucas y Mateo que reza: "El que no está conmigo, está contra mí" (Lc. 11:23); y "el que no reúne conmigo, dispersa (Mt. 12:30).
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no reúne conmigo, dispersa.
Pase que se ponga en boca de un Jesús-Dios una frase tan radical aunque no casa nada bien con el Jesús-hombre que, en otros lugares evangélicos, se alegra de que los demonios sean expulsados de cualquier modo, y reprime los celos de sus discípulos. Pero que los prelados se endiosen hasta tal punto es pasarse da castaño oscuro.

Por otro lado, si analizamos a la Sagrada Familia con el Nuevo Testamento en las manos, parece que no se asemeja demasiado a la que llaman natural y cristiana los señores obispos. Según el Evangelio de Mateo, la madre se queda embarazada de modo extraño y no se lo comunica a su marido, el bueno de José, por lo tanto lo nacido es hijo de madre soltera. Lo lógico hubiera sido hablar a las claras con su creyente esposo y evitar de raíz que el asunto pasara a mayores. Cuando éste piensa abandonarla (¡qué menos se merecía tal comportamiento!), interviene un ángel y arregla la situación. De lo contrario, hubiera terminado la cosa en algo parecido al divorcio. Si ahora intervinieran los ángeles en los problemas familiares, quizá se acortara el número de divorcios y violencias de género. ¿Dónde están cuando más falta hacen?

El niño de doce años se pierde si avisar, y, ante la queja de unos padres angustiados, sale por peteneras, y les regaña por ignorar que estaría en la "casa", "en las cosas" o "en lo que es" de su otro padre (hay traducciones para todos los gustos). Mi madre, mujer religiosa donde las haya, me decía que a un niño así ella le hubiera cruzado la cara. Más adelante este mismo niño "divino", ya más crecido, desprecia a su familia, y en vez de apresurarse a saludarla, afirma que su verdadera familia son otros:  Mt. 3:32-35:  "Una multitud estaba sentada en torno a él. Le dijeron: 'Mira, tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera'. Él les replicó: '¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?'. Y, paseando la mirada por los que estaban sentados en corro en torno a él, dijo: 'He aquí mi madre y mis hermanos'. Quienquiera que lleve a efecto el designio de Dios, ése es hermano mío y hermana y madre". Parece que los suyos no lo aceptaban según se lee en Mc 3:21 “al enterarse los suyos se pusieron en camino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio” ¿Quiénes eran estos? ¿Quizá su madre y sus hermanos? Todo lo anterior explicaría la desabrida reacción ante el anuncio de la presencia de su madre y sus hermanos que implica dura crítica a unos familiares que no parecen encontrarse  entre los “que llevan a efecto el designio de Dios”. Para colmo, alrededor de los 30 años, abandona a sus padres ancianos y se dedica a la predicación ambulante.

Creo sinceramente que si todas las familias que se dicen cristianas y obedecen a los obispos tuvieran como modelo a esta familia el mundo sería un desastre. Este es el tipo de familia que se dibuja en los Evangelios, o sea: una familia desestructurada que en nada se parece a la defendida por los obispos. Decididamente, en el mensaje evangélico la familia no es un valor central a conservar. Lo central es el Reinado de Dios al que todo debe ser subordinado, incluida la familia de modo que  Jesús llega a decir Mt 10:34-37 No penséis que he venido a sembrar paz en la tierra: no he venido a sembrar paz, sino espadas; porque he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con la suegra; así que los enemigos de uno serán los de su casa (Miq 7,6). El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
Este Reinado de Dios es "el tesoro" y "la perla de gran valor" ante los que se vende cualquier cosa para conseguirlos, incluida la familia.

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