viernes, 1 de enero de 2010

La familia cristiana y la Sagrada Familia

La familia cristiana y la Sagrada Familia.

Va constituyendo tradición que, cada año, los señores obispos se reúnan en olor de multitudes para, según ellos, defender la familia cristiana. Creen que los tipos de familia distintos de la que ellos llaman natural y cristiana son un ataque a esta y que como aguerridos adalides, tienen el sagrado deber de defenderla. No se contentan con los púlpitos que, entre todos costeamos, sino que van a plazas públicas, llaman a obispos extranjeros, se rodean de lo más carca de la creencia, y aparecen algunas familias exageradas haciendo exageradas declaraciones y dispuestas a tener los hijos que Dios quiera.

Por mucho que me esfuerzo, no alcanzo a entender por qué constituya un ataque a un modelo de familia la existencia de matrimonios homosexuales, de familias monoparentales, de parejas de hecho o de una nueva ley del aborto. La razón me dice que el que no está conmigo, no tiene, necesariamente que estar contra mí: puede caminar en paralelo o en sentido contrario sin colisionar conmigo. Parece que ellos, en este caso, toman al pie de la letra y se aplican a si mismos la frase recogida en los evangelios de Lucas y Mateo que reza: Lc 11:23 El que no está conmigo, está contra mi; y el que no reúne conmigo, dispersa. Mt 12:30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que no reúne conmigo, dispersa. Pase que se ponga en boca de un Jesús-Dios una frase tan radical, pero que los prelados se endiosen hasta tal punto es pasarse da castaño oscuro.

Por otro lado, si analizamos a la Sagrada Familia con el Nuevo Testamento en las manos, parece que no se asemeja demasiado a la que llaman natural y cristiana los señores obispos. Según el Evangelio de Mateo, la madre se queda embarazada de modo extraño y no se lo comunica a su marido, el bueno de José. Cuando este piensa abandonarla (¡que menos se merecía tal comportamiento!), interviene un ángel y arregla la situación. De lo contrario, hubiera terminado la cosa en algo parecido al divorcio. Si ahora intervinieran los ángeles en los problemas familiares, quizá se acortara el número de divorcios y violencias de género. ¿Dónde están cuando más falta hacen?

El niño de doce años se pierde si avisar, y, ante la queja de unos padres angustiados, sale por peteneras, y les regaña por ignorar que estaría en la “casa”, “en las “cosas” o “en lo que es” de su otro padre (hay traducciones para todos los gustos).Mi madre, mujer religiosa donde las haya, me decía que a un niño así ella le hubiera cruzado la cara.

Más adelante este mismo niño “divino”, ya más crecido, desprecia a sus familia, y en vez de apresurarse a saludarla, afirma que su verdadera familia son otros: Mc 3:32-35 “Una multitud estaba sentada en torno a él. Le dijeron: -Mira, tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera.

Él les replicó: -¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y, paseando la mirada por los que estaban sentados en corro en torno a él, dijo: -He aquí mi madre y mis hermanos.

Quienquiera que lleve a efecto el designio de Dios, ése es hermano mío y hermana y madre”.

Para colmo, alrededor de los 30 años, abandona a sus padres ancianos y se dedica a la predicación ambulante.

Creo sinceramente que si todas las familias que se dicen cristianas y obedecen a los obispos tuvieran como modelo a esta familia el mundo sería un desastre.

Este es el tipo de familia que se dibuja en los Evangelios, o sea: una familia desestructurada que en nada se parece a la defendida por los obispos. Decididamente, en el mensaje evangélico la familia no es un valor central a conservar. Lo central es el Reinado de Dios al que todo debe ser subordinado, incluida la familia. Este es “el tesoro” y “la perla de gran valor” ante los que se vende cualquier cosa para conseguirlos.

No hay comentarios: